Crónicas Manchurianas (y 7): Epílogo. 8 cosas que aprendí viajando por el norte de China

1.- Cada vez que cruzas una calle te juegas la vida. Y no es una exageración. Los conductores chinos ignoran los pasos de cebra y, simplemente, sortean como pueden a los peatones que intentan cruzar. En las avenidas grandes hay semáforos y lo hace algo más fácil, pero las numerosas motos eléctricas no se suelen parar y los vehículos que van a girar a la derecha se los saltan (supongo que está permitido, como en Estados Unidos). El truco que yo usaba era cruzar siempre a la vez que lo hacía la gente de allí, asumiendo que si habían llegado a edad adulta es porque tenían dominado el asunto. Además procuraba  utilizar el chino-airbag: dejar al menos a una persona entre mi cuerpo serrano y el tráfico que venía en nuestra dirección.

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2.- Dongbei-Manchuria no recibe demasiado turismo extranjero. En los 10 días que estuve recorriendo el norte, apenas vi turistas occidentales. Una docena como máximo, todos entre Harbin, la Ciudad Imperial de Shenyang y medios de transporte (tren/avión). Salvo los rusos de Harbin, por la calle ni uno. Supongo que era por eso que la gente me miraba con sana curiosidad, me saludaban constantemente  y un par de veces al día alguien me pedía hacerse una foto conmigo. En Huanan nos fuimos a dar un masaje en los pies y, tras pedirme permiso, la señora no dejaba de tocarme fascinada los pelos de las piernas, diciéndole al marido (que estaba al lado) “ya podrías tener tu un poco de esto”. También en Huanan, daban por hecho que Cris y yo éramos rusos, ya que la frontera no está lejos. Como ejemplo un poco simple pero creo que válido, en el mapa de la guía Lonely Planet de China donde recomiendan lo mejor del país, no viene nada de Beijing para arriba. Sin embargo, en absolutamente todas las ciudades donde estuve, los nombres de las calles venían siempre en caracteres chinos y alfabeto latino (el nuestro). Está claro que son plenamente conscientes que sin ello sería casi imposible viajar a China para hacer turismo para alguien que no conozca el idioma.

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3.- Prácticamente nadie habla inglés. Y en la gran mayoría de los casos ni una sola palabra, que estuve 5 días sin poder hablar con nadie. Y lo digo como un hecho basado en mi experiencia, no en plan peyorativo. En los hoteles manejaban un vocabulario básico de 15-20 palabras (room, breakfast, los números y poco más). Eso sí, el que sabía decir algo, por poco que fuese, se acercaba en la calle y te lo decía con una gran sonrisa, aunque luego no pudiese seguir la conversación (“hello”, “welcome to China!”, “you happy?”…). En los restaurantes no me entendían ni cuando pedía beer, así que, para pedir, si el menú no tenía fotos (aunque alguno estaba traducido al inglés), en lugar de arriesgarme a señalar aleatoriamente platos en caracteres chinos, me iba con la camarera de paseo por las mesas y señalaba lo que tenía mejor pinta. Para coger un taxi más me valía llevar escrito el destino, porque no había manera de que me entendiesen, y eso que me esforzaba mucho por pronunciarlo como ellos. La familia de Genya se moría de la risa cuando les dije que había sobrevivido la primera semana con 4 palabras (ni hao, hao, bu hao, xiexie) (hola, bueno/bien, malo/mal, gracias) y se lo contaban a todo el mundo.

4.- Se come muy bien y muy barato. Yo era algo que ya sabía de mis 2 visitas anteriores al país, pero por lo que leo a gente que no ha ido, la comida china (la de verdad) aún genera dudas. Para cada una de las comidas del día preparan (o piden si van a un restaurante) al menos 4 o 5 platos distintos que ponen en el centro de la mesa para compartir. Todo se sirve convenientemente troceado para que se pueda comer con palillos (en zonas menos turísticas, si no los sabes usar, o te traes tenedor y cuchillo desde casa o no te queda otra que aprender). La estrella culinaria en Dongbei eran los dumplings. Los chinos los comen hervidos, en lugar de pasados por la sartén como en occidente. La variedad de rellenos era abrumadora y daban ganas de probarlos (casi) todos. La ausencia de dulces y grasas en la dieta habitual china hizo que, a pesar del atracón de comer de los últimos días, perdiese 2 kilos durante el viaje. Si es cierto que sirven carne de perro, pero no en todos los sitios, aunque hay restaurantes especializados en ello. La única comida rara de verdad fueron unos pinchitos que vi en Harbin y que podéis ver en la foto de abajo. Mientras me tomaba una cerveza, me quedé media hora mirando a ver si alguien compraba alguno, pero no parecían tener mucho éxito.

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5.- La cerveza, no demasiado buena y encima caliente. La cerveza más bebida del norte es la Cerveza Harbin (que patrocina a la NBA) y es tipo americano: suave, refrescante y más bien flojita de cuerpo y textura. La otra que bebíamos habitualmente era Snow Beer, la más vendida en China, que era aún más floja en todos los sentidos. Además es habitual beberla a temperatura ambiente, algo a lo que me costó acostumbrarme dado que hacia 30 grados. Cuando nos servían una bien fría lo celebrábamos con auténtica alegría. La gente del norte tiene fama de ser grandes bebedores, especialmente en invierno. La verdad es que las cervezas solían venir en botellas de 680ml y se las bebían como chupitos, y también corría como el agua un licor de 50 grados que servían de una garrafa de 5 litros.

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6.- El increíble espectáculo de la gente bailando en la calle. Lo de bailar en grupo en la calle en China se hace desde muchísimo tiempo atrás como una forma de hacer ejercicio. En los 2 viajes que hice en 2007, era habitual ver a pequeños grupos de señoras, generalmente de mediana edad para arriba, haciendo coreografías más o menos complejas al ritmo de canciones tradicionales.  Ahora me he encontrado un boom espectacular de grupos organizados (y generalmente uniformados) de gente de ambos sexos (aunque predominan las mujeres) que desfilan a la vez que bailan, moviéndose como robots al ritmo de una música potente y rítmica. En cualquier espacio abierto de cualquier ciudad te podías encontrar con uno o más de estos grupos, llegando a haber fácilmente un par de cientos de personas a la vez.  La familia de Genya me comentó que, es tal el éxito de estos grupos, que la cosa se está yendo de las manos y los gobiernos locales se están planteando seriamente prohibirlos o al menos limitarlos. Los vecinos se quejan por el ruido constante durante todo el día. Incluso en Dabalang vimos un autobús con gente del grupo local que venían de bailar-desfilar en Huanan.

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7.- Se madruga muchísimo. No sé si será la herencia de su cercano pasado rural o yo que sé, pero la gente en Manchuria/Dongbei se levanta tempranísimo sin ningún motivo aparente para ello. Por lo que pude averiguar, la hora media de levantarse es entre las 4 y las 5 de la mañana, a pesar de que se entra a trabajar a las 8 como muy temprano. A las 5, las ciudades ya estaban a pleno funcionamiento, con gente a patadas en la calle. Los días cunden una barbaridad, eso sí, que te pones a hacer un montón de cosas y cuando miras el reloj y crees que ya se va a hacer de noche no es ni mediodía.

8.- La familia es lo más importante. Mi impresión fue que, al menos en el norte, tienen un sentido de la familia parecido a como la entendemos en España y otros países mediterráneos. Aunque lo expresan de otra manera (no hay besos, ni abrazos ni demostraciones efusivas de cariño), los vínculos familiares son fortísimos. Prueba de ello es la extrema complejidad de la nomenclatura familiar: cada miembro de la familia tiene su nombre especifico (“prima segunda por parte de mi madre” “tercer tío por parte de mi padre”) y ese es el que hay que usar, en lugar del genérico “primo” o “tía” o el nombre de pila. Como era muy difícil aprenderse todo eso en poco tiempo, Cris y yo lo solucionamos poniéndoles motes (con cariño) a cada uno: el juergas, el bochas, el bóxer, Puff Daddy, ojos amarillos…Aquí tenéis la lista a ver si a alguien le apetece aprendérselo.

Curiosamente, no es algo demasiado raro que los matrimonios vivan separados, con alguno de los cónyuges residiendo en otra ciudad (o incluso país) por trabajo. Otra cosa que me sorprendió mucho fue lo arraigada que sigue la costumbre de que las parejas tengan hijos siendo jóvenes (antes de los 25) y que se los den a los abuelos para que los críen mientras ellos siguen con su vida laboral. También se sigue esperando que el hijo mayor cuide económicamente de los padres cuando éstos se hacen mayores.

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Termino con una anécdota que me pareció que dice bastante de la actual China: Manchuria tiene una red estupenda (y barata) de trenes de alta velocidad, muestra de progreso y poderío económico. Esperando al tren en Changchun, vi cómo la gente hacia cola ordenadamente en los lugares marcados en el andén donde se iban a abrir las puertas. Cualquiera que conozca China un poco os podrá decir que hacer cola no es algo grabado en el ADN de los chinos, así que sonreí y pensé: “como van mejorando”. Al llegar el tren, en vez de pararse milimétricamente delante de las marcas como hubiese hecho en Japón, lo hizo 30 metros más allá. Acto seguido la gente rompió filas y echó a correr hacia el tren en plan caótico, codazos incluidos. No pude evitar sonreír otra vez y pensar que quizás aún les quede un poco.

¡Ya está el libro a la venta!: La mujer que visitaba su propia tumba

Crónicas Manchurianas (0): Prólogo al Proyecto Manchukuo

Crónicas Manchurianas (1): preparativos e itinerario del viaje

Crónicas Manchurianas (2): De Londres a Shenyang, ¿Cómo se va uno a Manchuria?

Crónicas Manchurianas (3): De Mukden a Shenyang

Crónicas Manchurianas (4): Un día con el último (o el primer) emperador

Crónicas Manchurianas (5): A la caza de edificios en Changchun y Harbin

Cronicas Manchurianas (6): La experiencia Dabalang

12 comentarios en “Crónicas Manchurianas (y 7): Epílogo. 8 cosas que aprendí viajando por el norte de China

  1. Eso de cruzar la calle teniendo como escudó humano una abueleta China….Me ha gustado mucho la visión familiar que tiene. En manchuria. Una pena despedirnos ya de tus crónicas manchurianas porque me da a mi que el libro tardaremos en leerlo.

  2. Los trucos que cuentas en el punto 1 los he puesto en práctica en otros lugares, supongo que es puro instinto de supervivencia. Y creo que a los chinos les pone hacerse fotos con occidentales, y si son niños ya ni te cuento. En Shenzhen a mis hijos les hicieron decenas.

    Me alegra un montón que tu experiencia manchuriana haya ido tan bien. El siguiente paso será leer el libro. 🙂

    • El otro dia estuve hablando con una chica de Harbin y mientras le contaba esa anecdota se moria de la risa, moviendo la cabeza y diciendo: «rascas la superficie y somos como somos, no es tan facil cambiarnos».

      De todas formas, Dongbei me parecio muy prospera, tanto a nivel agricola como en infraestructuras

      gracias por pasarte por aqui, como siempre 🙂

    • Yo creo que los pinchitos estaban un poco para «figurar», porque en el rato que yo estuve nadie compro, y hasta los chinos les sacaban fotos y ponian cara de sorpresa. Pero venderlos, los vendian 🙂

      Muchas gracias por los animos!!

  3. Hola!

    Me han parecido súper interesantes las crónicas, sobre todo para conocer las costumbres y la familiaridad de la gente de allí, eso sí, no sé si podría vivir sin cerveza HELADA!

    Un saludo!

    • Hola! muchas gracias por pasarte por aqui y por el comentario.

      La verdad es que pasado un tiempo, te acababas acostumbrando a que la cerveza estuviese templada y te la bebias sin que te te supiese a rayos.

      Pero muy fria sigue siendo otra cosa 🙂

      saludos!!

  4. Me han encantado tus crónicas.

    ¿qué tal la contaminación? Leí hace tiempo que en Harbin era tremenda, aunque en esta época quizá no tanto como en invierno

    Un saludo

    • Hola Antonio, muchas gracias por el comentario.

      Para serte sincero, no note mucha contaminacion en el norte, salvo en Beijing a la vuelta donde la capa de smog era considerable. De hecho me sorprendio positivamente, aunque como dices quizas en invierno sea peor.

      Saludos!

  5. He llorado de emocion con tu articulo por los gratos recuerdos que me ha traido de cuando vivia alli. Las 10 cosas que aprendiste de Dongbei hubieran sido muchas mas si hubieras podido estar mas tiempo alli, Dongbei es sencillamente alucinante. Te invito a que vuelvas en invierno, cuando realmente se ve la esencia de esa region. El unico problema es el frio extremo (hasta 40 bajo cero segun las zonas) y la contaminacion derivada de la industria y la calefaccion, pero pienso que es imposible entender Dongbei, su gente y su cultura sin pasar unos dias de invierno alli. No dejes de visitar Harbin durante el festival de invierno!!

    • Me alegro de que te haya traído buenos recuerdos 🙂
      Espero volver pronto y aprender más cosas, pero para dos semanas creo que no estuvieron mal las lecciones aprendidas, especialmente por el tiempo que pase con la familia de Genya en la remota Dabalang. Todo es tan distinto…
      Y mi reto pendiente es experimentar el temido invierno manchuriano, pero creo que si repito en 2016 lo haré en primavera/verano y dejaré el invierno para otra ocasión.
      saludos!

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