Crónicas Manchurianas (5): A la caza de edificios en Changchun y Harbin

Martes 16 de junio de 2015

CHANGCHUN

Los japoneses decidieron establecer la capital de Manchukuo en Changchun y la rebautizaron como Hsinking, literalmente “la capital nueva”. La elección se debió a 2 razones: por una parte su situación geográfica era una encrucijada perfecta para el tráfico ferroviario entre China, Rusia y Corea (entonces parte de Japón). Por otra, era una ciudad pequeña y poco desarrollada que podían rediseñar a su gusto, algo que hicieron a conciencia.

Ya desde antes del nacimiento de Manchukuo los japoneses se involucraron en la planificación urbanística de la ciudad. Construyeron amplios bulevares y extensos parques, tomando como modelo a la Paris del siglo XIX. Una vez que conquistaron Manchuria y la hicieron capital, levantaron un montón de enormes edificios para albergar los órganos de gobierno, policía y ejército.

Una vez visto el palacio de Puyi, mi misión en Changchun era encontrar los edificios que quedan de aquella época…sin un mapa que los marcase ni un guía local. Mi salvación fue que un escritor llamado Michael Meyer los menciona en su fantástico libro “In Manchuria”, describiendo con bastante detalle donde están. De todas maneras, y para ser sincero, dado el tamaño de la ciudad (más de 4 millones de habitantes) y la ya experimentada imposibilidad de preguntarle a nadie, no las tenía todas conmigo y mis expectativas eran bastante bajas.

Sin embargo, el día resultó un éxito total y es, hasta ahora, del que más orgulloso me siento en cuanto a explorador de un pasado escondido y esquivo. Los edificios siguen ahí, divididos en dos zonas. La gran rotonda que era el centro de Hshinking y que se llamaba Plaza de la Unidad (tema recurrente en Manchukuo), hoy se llama Plaza del Pueblo (surprise surprise). Todos los edificios que la rodean, grandes moles macizas y de aspecto ministerial, fueron construidos por los japoneses y hoy han sido reutilizados (Bank of China, China Unicom, edifcios oficiales del gobierno y del PCC). La plaza estaba en obras y era un caos absoluto. Pude sacar fotos de casi todos, salvo de los gubernamentales, que no estaba permitido. Al ser de diferentes épocas (algunos son de cuando los japoneses ya tenían mucha influencia en la zona a través de la Mantetsu pero aún no había nacido Manchukuo), tenían un estilo poco homogéneo, tirando a neoclásico y poco grácil. No vi ninguna mención a su pasado.

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La segunda parada fue mucho mejor. La actual calle Xinmin (nuevo ciudadano) se llamó, durante la época de Manchukuo, Datong (Gran Unidad, ya dije que el tema era poco menos que una obsesión). Este elegante bulevar fue diseñado  expresamente para albergar los ministerios de Manchukuo y ahí siguen todos. Fueron construidos en un nuevo estilo creado para la ocasión y que intentaba (y yo creo que conseguía) reflejar el sueño imperial japonés.

El estilo fue bautizado como Rising Asia. Los japoneses consideraban que estaban conquistando la zona para librar a Asia del colonialismo occidental; lo de imponer el suyo a hierro y fuego parecía molestarles bastante menos. El resultado fue algo realmente único,  imposible de encontrar en otro lugar y difícil de describir. Una mezcla fascinante de neoclasicismo, prusianismo, tejados tradicionales asiáticos y todo con un marcado tufillo fascista. Algo así como si Mussolini en su momento álgido hubiese diseñado personalmente un restaurante chino . Densos, amenazadores y robustos, parece que van a durar para siempre.

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Por dentro, todos tenían una grandiosa escalera de mármol con los signos imperiales de Manchukuo, especialmente la orquídea favorita de Puyi. La mayoría son ahora facultades de la universidad de Jilin, aunque el más grande de todos es, ironías del destino, el Hospital de la Unidad de China y Japón. Me pude colar en los 8 que encontré, y me sentí como un arqueólogo desenterrando un pasado que apenas importa a los actuales habitantes de la ciudad. Casi todos tenían placas y fotos contando su origen.

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Martes 16 y miércoles 17 de junio de 2015

HARBIN

Desde el principio, todo lo que tuvo que ver con Harbin empezó a salir mal. Al acabar de ver los edificios de Changchun,  me fui a la estación de tren para irme a Harbin, siguiente parada. Tras un buen rato esperando en la cola, pedí un billete en ventanilla enseñando el nombre de la ciudad y la hora aproximada. El tío me dio un billete en un tren local que tardaba 4 horas, en lugar de en el de alta velocidad, que lo hacía en poco más de una. No hubo manera de que me lo cambiase, así que asumí las perdidas (39 yuanes) y me puse en otra cola a ver si había más suerte. La segunda vez sí que me lo dieron para el tren bala, pero para uno que salía ¡5 horas más tarde y que llegaba después que el otro! Estaba claro que el destino quería que yo llegase tarde a Harbin y me resigné.

Al llegar a la ciudad, la moderna estación de los trenes de alta velocidad (Harbin Oeste) estaba lejísimos de la ciudad. Me puse a seguir las señales que llevaban al metro y no había manera de encontrarlo, no hacía más que dar vueltas en redondo. Se me ocurrió preguntar y me dijeron (en chino pero claramente), que, aunque estaba ya señalizado en la estación, aun no estaba construido. Me pareció totalmente esquizofrénico. Al final, más tiempo perdido y taxi al centro.

Al igual que en Shenyang y Changchun, elegí el antiguo hotel Yamato de la ciudad. Al llegar (el taxista, que iba con prisa, casi se mete con el coche en el vestíbulo), me dijeron que la cadena tenía 2 hoteles con casi el mismo nombre (Longmen) y que, casualmente, yo estaba en el otro, apenas a 100 metros. El Yamato era precioso, lleno de clase y te trasladaba en el tiempo. En el que me quedé era bastante cutre y totalmente anodino. Brrrrrr.

Estaba muy cansado (llevaba pateando desde las 7:30am) y me fui a dormir temprano. A las 6 me despertó la alarma antiincendios. Pensé «menudas horas para probarla». Como no se paraba y empecé a oír gente corriendo y haciendo mucho ruido, decidí vestirme y meter mis posesiones más preciadas en la mochila pequeña. Al poco aporrearon la puerta: era un incendio de verdad. Desde la calle vi como los bomberos entraban y salían a toda velocidad. Para colmo, al saltar los aspersores de algunas zonas, las cañerías habían reventado y el vestíbulo empezaba a llenarse de agua a toda velocidad. Me dijeron: “kitchen fire, no breakfast”. Genial. Tras una hora en la calle pudimos subir a las habitaciones otra vez.

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Todos contra el fuego

La visita más interesante relacionada con Manchukuo en Harbin es la llamada Unidad 731. Situada en aquella época en medio de la nada,  el ejército japonés la utilizaba como lugar para experimentos con enfermedades, armas químicas o condiciones extremas usando seres humanos vivos, generalmente prisioneros de guerra, pero también campesinos o miembros de la resistencia. Más de 3000 personas (algunas fuentes suben la cifra a 12.000) sufrieron una muerte espantosa en este lugar, con el deprimente corolario de que Estados Unidos les dio inmunidad a todos los responsables directos a cambio de los resultados de los experimentos.

Está muy lejos del centro de Harbin. Me llevó 45 minutos (54 yuanes) en taxi llegar hasta el polígono industrial donde se encuentra. Al bajarme del taxi solo vi excavadoras y albañiles trabajando. Estaba cerrado por obras y no te dejaban ni acercarte al edificio principal. Al darme la vuelta el taxista ya se había ido. Zas, en toda la boca. ¿Pero qué te he hecho yo, Harbin? Bastante cabreado, volvi andando a la carretera principal a ver si pasaba un taxi o veía una parada de autobús. Tras más de 10 minutos allí parado y cuando empezaba a temerme lo peor, pasó un (sorprendido) taxista que me dejó en el centro. A partir de ahí, y a pesar de nuestro pésimo comienzo, me fue imposible no amar Harbin.

La UNIT 731 en obras

La UNIT 731 en obras

Igual que la actual Changchun ha fagocitado su pasado no chino y éste languidece semiolvidado, Harbin se enorgullece de sus raíces rusas y las luce en todo su esplendor. Durante la construcción del ferrocarril manchuriano, concedido a los rusos a finales del siglo XIX, transformaron lo que era una remota aldea de pescadores en la San Petesburgo del Este. La ciudad creció a ritmo vertiginoso , ayudada por la prosperidad del ferrocarril y la inmigración forzosa desde Rusia (judíos escapando de los pogromos, mencheviques huyendo de la derrota en la guerra civil, aventureros y buscavidas…). La población china local, trabajadores coreanos y posteriormente los japoneses, hicieron de Harbin un oasis multicultural. La comunidad judía fue la más grande de toda Asia, aunque ya no queda ninguno; el último judío residente en la ciudad murió en 1985.

La catedral ortodoxa de Santa Sofia

La catedral ortodoxa de Santa Sofia

El legado cultural de la ciudad en forma de edificios es apabullante. Por una parte destaca la bonita catedral ortodoxa de Santa Sofía. Por otra la calle peatonal de Zhongyang presume de ser la que tiene más encanto en toda China gracias a sus muchísimos edificios del primer tercio del siglo XX que mezclan diferentes estilos europeos.También hay algún edificio de la época japonesa, pero como se encontraron con la ciudad ya (bien) diseñada y construida, el impacto de la época de Manchukuo fue mucho menos que en otros sitios. La gran mayoría tienen placas contando su historia y estan restaurados y en uso (todo tipo de comercios y restaurantes). La calle acaba en un magnífico y extenso paseo fluvial junto al rio Songhua. El enorme rio se congela en el crudísimo invierno hasta tal punto que hacen carreras de coches y lo cruzan autobuses. Si a todo esto le sumas que en invierno tiene su mundialmente famoso Festival de Hielo, me pareció una de las ciudades más atractivas que he visto en China y un lugar que merece la pena visitar.

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Mi despedida de Harbin coincidió con el comienzo de la segunda etapa del viaje: a las 9 de la noche me encontré con Cris y Genya en la estación de tren y pusimos rumbo a la Manchuria profunda. Pero eso ya lo contaré en el próximo capítulo de las Crónicas.

¡Ya está el libro a la venta!: La mujer que visitaba su propia tumba

Crónicas Manchurianas (0): Prólogo al Proyecto Manchukuo

Crónicas Manchurianas (1): preparativos e itinerario del viaje

Crónicas Manchurianas (2): De Londres a Shenyang, ¿Cómo se va uno a Manchuria?

Crónicas Manchurianas (3): De Mukden a Shenyang

Crónicas Manchurianas (4): Un día con el último (o el primer) emperador

Cronicas Manchurianas (6): La experiencia Dabalang

Crónicas Manchurianas (y 7): Epilogo. 8 cosas que aprendí viajando por el norte de China

9 comentarios en “Crónicas Manchurianas (5): A la caza de edificios en Changchun y Harbin

    • Sabía que te iba a gustar 🙂

      Manchuria, sobre todo la parte más al norte, no se consideraba China propiamente dicha. Por la cercanía de la frontera y, sobre todo, por la construcción del ferrocarril, hubo muchísima influencia rusa en el primer cuarto del siglo XX. Harbin es toda rusa, antes apenas había chozas de pescadores. Un abrazo Floren

  1. Magnifico viaje! Entraste en la catedral de Harbin? es increible la cantidad de gente que hay para lo pequenya que es, dado que es el unico edificio de estilo ruso que hay en China. Junto a esa catedral hay un mercado de comida dentro de un edificio que es digno de ver, donde poder comprar delicias de la zona como salmon ahumado o huevas de caviar (sucedaneo, pero al menos es ruso 🙂 ). Harbin es una ciudad fascinante, y lo es aun mas en invierno. Pude visitarla en dos ocasiones (ambas en enero) coincidiendo con el Festival de Hielo y es una pasada!! digno de ver!! Te animo a que vuelvas pero llevate un buen plumifero!

    • Harbin la vi con tranquilidad, así que pude entrar en la catedral. Dentro tienen una amplísima y magnífica exposición de fotografías antiguas, especialmente de la fundación de la ciudad por los rusos.
      Aunque ya conocía Harbin de oídas por el festival de invierno y porque tengo una amiga de allí, fue una gran sorpresa lo bonita y poco china que es. Prometí volver en invierno a la zona, tanto para ver el festival de hielo como para experimentar de primera mano el famoso frio manchuriano. A ver si me atrevo!
      Saludos

      • Si tienes una amiga de Harbin, sera una magnifica guia.Sabras que hay dos zonas importantes en festival (que por cierto esta a puntito de comenzar!): el parque de esculturas de nieve, mejor verlo de dia, y el parque de esculturas de hielo que por supuesto es mejor x la noche debido a la iluminacion psicodelica que ponen a los edificios de hielo.Te recomiendo comprar la entrada con antelacion y online ya que las colas suelene ser largas, sobretodo a partir de anyo nuevo chino (este anyo 8 febrero).La entrada es cara pero vale la pena, algo unico en el mundo! las temperaturas ….depende del anyo: yo el primer anyo que fui estuvimos a-37 y el segundo anyo no llego a -25, mas «calentito».Siempre puedes comprarte una cocacola caliente con jengibre para entrar en calor en la calle Zhongyang, «la calle rusa». Tambien te recomiendo q te alquiles un trineo o unos patines enfrente del monumento q hay junto al rio, al menos echaras unas risas!

      • Gracias Jorge.

        Este anho no sera, espero que pronto, aunque el frio me tira mucho para atras. Por otro lado, como parte de la investigacion de libro vivir por unos dias el legendario invierno manchuriano no es mala idea.

        Mi amiga (casada con un sevillano) vive en Londres y su familia en Beijing, con lo que va muy poco por Harbin. Ya podrias seguir tu por alli!

        Saludos!

    • Amigo Jorge B. : yo soy un «Harbinetz». Harbin y toda la extensión del antiguo trazado del ferrocarril ruso poseen incontables edifícios de arquitectura rusa. Apenas el el suburbio Ashihé (Acheng) existe todo um pueblo y una fábrica (y una iglesia ortodoxa). Soy de Harbin. Soy ruso pero soy apátrida, pues ningúno de los dos países me otorgan mi nacionalidad sin doblegarnos a requerer la «ciudadanía», así que a los 75 no tengo ni nacionalidad ni ciudadanía. Volviendo a Harbin, los alrededores poseen incontables vestigios del pasado ruso; en las colinas (sópki) hay canhones de la guerra japonesa, fortificaciones, cementérios, villas en madera con estilo campesino ruso,…un paseo pela história. No es lugar para comer salmón: es para consumir história ao vivo.

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