Panamá: Bocas del Toro, notas de viaje y reflexiones

(El post-guía sobre Panamá con información práctica, alojamiento y sitios para comer recomendados lo podéis encontrar aquí).

27 de febrero de 2011

– En el céntrico aeropuerto de Albrook, no muy lejos del Canal, nos montamos en un ATR-42 de Aeroperlas. Cuando ya estábamos todos dentro y preparados para salir, nos hicieron bajar por “un problema en un indicador”. Tras esperar unos minutos en la pista volvimos a subir y, esta vez sí, nos vamos.

– Los despegues en aviones de hélice son una experiencia muy distinta a los reactores. Todo es mucho más suave y parece que se elevan sin esfuerzo. Sobrevolamos el Canal y desde el aire Panamá es una gran masa verde. A pesar de las muchas y densas nubes, el vuelo es muy tranquilo y los 50 minutos se pasan rápidos. Al llegar resulta que el equipaje de Izumi se ha quedado en Ciudad de Panamá por exceso de peso (del equipaje, no de Izumi). Nos dicen que lo traerán en el siguiente y (¡atención spoiler!) lo cumplen.

– La primera impresión del pueblo de Bocas del Toro (me cuesta mucho llamarlo Bocas Town como hacen los anglosajones) es francamente buena. Atmósfera caribeña relajada pero a la vez un toque menos caótico que otros sitios del Caribe: el plano de la ciudad es una cuadrícula con avenidas (este-oeste) y calles (norte-sur). Y por supuesto casas de madera de diferentes colores, porches amplios, barandillas y terrazas. Ambiente turístico pero sin que eso sea un problema. También quizás algo más grande de lo que me lo esperaba.

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– Mientras despachábamos nuestra primera comida con un taco de pescado en el chiringuito Buena Vista, tuvimos un sorprendente déjà vu: vimos a una pareja holandesa clavada a otra que habíamos conocido en Vietnam en 2008. Lo curioso que es ellos también se nos quedaron mirando como si les sonásemos de algo. ¿No había una teoría que decía que si ves a alguien igualito que un amigo tuyo, esa persona por fuerza tiene que conocer a alguien clavadito a ti? ¿O me la he inventado? Bueno, no sé si eran ellos, pero al final no nos dijimos nada y se fueron poco después.

– Al ir a pagar la cena (Maki con salsa de coco en «El pecado da sabor») se nota en los precios el predominio del turismo estadounidense. Afortunadamente nuestro hotel (una bonita casa de madera con media docena de habitaciones) está en un extremo del pueblo en una calle tranquila y no hay apenas ruido. El clima del primer día, tropical del todo: diluvia durante un par de horas y luego sale el sol con tal fuerza que al poco la lluvia parece un lejano recuerdo.

El skyline de Bocas desde Carenero

El skyline de Bocas desde Carenero

28 de febrero de 2011

– Diluvia prácticamente toda la noche. La lluvia me despierta de madrugada y me quedo un rato mirándola por la ventana. Ver llover torrencialmente en zonas tropicales es hipnótico. Tras un magnífico desayuno decidimos alquilar unas bicis y pasar el día en Boca del Drago.

– Allí, en el otro extremo de Isla Colón, se encuentra la famosa “Playa de las Estrellas”, nombre que recibe por la gran cantidad de estrellas de mar que se pueden ver. Además, nos comentaron en el hostal que es la cala más tranquila y segura para bañarse en todo el archipiélago de Bocas del Toro.

– El paseo en bici es bonito, atravesando paisaje tropical denso y compacto. La primera parte tiene un perfil ascendente suave y paramos a descansar al llegar a la cima. Nos reímos al ver tres buitres descansando sobre una valla a pocos metros, quizás esperando a que nos fallen las fuerzas.

Los 3 amigos esperando la merienda

Los 3 amigos esperando la merienda

– Tardamos una hora y media tomándonoslo con tranquilidad. Desde el pequeño pueblo de Boca del Drago hasta la playa estrellada se puede ir andando por la orilla (unos 15 minutos) o en lancha. Vamos en lancha por aquello de apoyar la economía local y el paseo por el mar. Pagamos tres dólares y nos dejan en la playa en unos pocos minutos.

– Con y sin estrellas de mar, la cala es preciosa. Tranquila, aislada, rodeada de manglares y con agua transparente. Pero lo que la hace especial es que verdaderamente hace honor a su nombre. Hay muchísimas estrellas de mar, grandes y de diversas tonalidades de naranja, que destacan contra la arena blanca del fondo. Parece que te has caído de golpe en uno de aquellos fondos de escritorio del Windows 95.

– Pasamos un par de horas perfectas casi sin salir del agua y cuando empieza a chispear nos volvemos al pueblo. Comemos pulpo rico a la parrilla en Yarisnori y decidimos regresar en el autobús por aquello de no pedalear con el calor y el estómago lleno (también llamado pereza). Ponemos las bicis en el techo de la minivan y en apenas 20 minutos (y por $4) estamos de vuelta.

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– Las siguientes 3 noches las vamos a pasar en la cercana isla de Carenero, justo enfrente de Bocas. El water-taxi nos deja allí en 5 minutos y vamos directamente a Casa Acuario. Mi sueño: una casa (preciosa) de madera sobre el agua. Es como tener una piscina climatizada infinita al borde de la cama. Nos dan una habitación grande en el primer piso con vistas al skyline de Bocas.

– El ambiente en Carenero es muy distinto. Más remoto, no hay realmente un núcleo urbano definido, sólo casas, restaurantes y hostales a ambos lados del único camino, bastante estrecho a veces. Nada de carreteras ni vehículos a motor (al menos yo no recuerdo ninguno), la mayor parte de la isla está cubierta por la vegetación. Justo lo que íbamos buscando, aunque el diluvio de la noche anterior no le ha sentado bien: está todo inundado y salpicado de basura arrastrada por el viento y el agua.

– Nos vamos a tomar algo a lo que parece ser el centro neurálgico de la diversión en la isla: el bar Aqua Lounge. A pesar de que ninguno de los dos llegamos a los 40 (y mi mujer más cerca de los 30), subíamos la media de edad del local dramáticamente. Mucho surfero (o aprendiz de) de veintipocos, música de Marley y ambiente de vacaciones escolares. Pero la terraza es estupenda, la cerveza vale $1 la botella y la puesta de sol con Bocas de fondo lo compensa todo.

Aqua Lounge, la vida es una fiesta si las birras valen 1 pavo

Aqua Lounge, la vida es una fiesta si las birras valen 1 pavo

– Cenamos en Bibi’s, un bonito restaurante de madera sobre el agua en el extremo sur de la isla. La comida muy buena y el ambiente relajado. Volvemos al hostal cuando ya ha oscurecido y hay tramos en los que no se ve nada y sólo se oye a los cangrejos huyendo para no morir aplastados. Apenas son las 9, pero el día ha sido largo y lleno de buenos momentos y caemos redondos.

1 de marzo de 2011

– Vuelve a jarrear agua toda la noche y a las 6 ya estamos despiertos entre la furia tropical y el jet lag. Descubrimos con horror (y mucho picor) que tenemos ronchas por todas partes, especialmente en las piernas. Son de un rojo intenso y escuecen de lo lindo. Los culpables son los chitres, unos insectos diminutos que no notas cuando te pican. Y eso que durante la cena llevábamos puesto repelente de mosquitos. A lo mejor nadie se lo dijo a los chitres. Siguiendo consejos locales compramos repelente marca OFF! (el verde, extra fuerte) y ese sí que funciona, aunque durante unos días las pasamos canutas con el escozor y los picores.

– El desayuno está riquísimo. Aunque cueste creerlo, merece la pena venir a Centroamérica sólo por la fruta. Si lo de los supermercados de Europa es fruta, esto es otra cosa. O al contrario, claro.

Casa Acuario

Casa Acuario

– Esta vez la salida del sol no ha parado la lluvia. Descartamos excursiones o la playa y nos montamos en una lancha para pasar la mañana en Old Bank, en la parte de Isla Bastimentos frente a Carenero. Nos tomamos una cerveza mientras esperamos a que escampe y aunque lo intento soy incapaz de distinguir entre las cervezas locales (Atlas, Balboa y Panamá). Siempre he sido un poco paladar de hojalata, pero las 3 me saben idénticas (pero ricas, que es lo que cuenta).

– Cuando deja de llover nos damos un paseo por el pueblo y es toda una sorpresa. Old Bank tiene unos 1500 habitantes procedentes del Caribe Británico (las llamadas West Indies) y el ambiente es muy diferente al resto de lo que hemos visto. Parecen algún pueblito perdido en Antigua&Barbuda o Santa Lucía. Hablan un idioma llamado Gali-Gali, mezcla de inglés y criollo. Los intentos en castellano (por cuestiones empíricas sobre todo) son infructuosos.

Old Bank

Old Bank

Tumbas en Old Bank

Tumbas en Old Bank

– Intentamos ir a Wizzard Beach, para lo que hay que cruzar por un camino hacia la parte norte de la isla. Un desastre: está tan embarrado que la segunda vez que meto la pierna en el barro hasta el muslo y la saco sin la chancla (con la consiguiente prospección posterior buscándola), desisto en el intento. Nos quitamos las penas comiendo un estupendo arroz frito con langosta en un chiringuito llamado Alvin.

– Volvemos a Casa Acuario a la 1 y nos tomamos el resto del día con tranquilidad, bañándome hasta quedarme arrugado como un garbanzo y paseando por la isla, que sigue empantanada pero tiene rincones estupendos. Volvemos a ver el anochecer desde la terraza del Aqua Lounge y sus tentadoras birras a un pavo. Cena ligera allí mismo y a la cama temprano.

Disfrutando de la piscina

Disfrutando de la piscina infinita

2 de marzo de 2011

– Para compensarnos por los excesos pluviales desde nuestra llegada, el día que nos vamos a ir de excursión a Bastimentos amanece con un sol precioso. La dueña de Casa Acuario nos había ofrecido los servicios de un colaborador suyo para hacer el tour habitual, un poco más caro pero a nuestro aire. Ante nuestra sorpresa (y la de ella), esperamos y esperamos y no viene.

– Dado nuestro incipiente ataque de pánico, Joanna se pone a llamar por teléfono y consigue que un tour se pase a recogernos apenas media hora más tarde (precio $12). Yo, hasta que no vi a aparecer la lancha, no se me pasó el cabreo y el acojono.

– En total vamos 12 personas en la barca. El primer destino es la llamada Dolphin Bay, una zona de apareamiento de delfines no lejos de Carenero. Vemos un par que se acercan a la lancha (no sé si les hemos cortado el punto) y uno de ellos da un par de saltos juguetones (o de cabreo, claro) fuera del agua. Me pregunto que tienen los delfines que transmiten tanta alegría y positividad. La primera vez que los vi muy de cerca, en las Islas Galápagos, me dieron unas ganas (casi) irresistibles de tirarme al mar a nadar con ellos.

– La segunda parada es para hacer snorkel en Coral Reef (nombre originalísimo, por cierto). No hay demasiados peces, pero la flora multicolor del fondo marino es interesante. Bien a secas, aunque nunca hay que hacerle ascos a hacer snorkel en cualquier zona del Caribe. La comida es allí mismo en un chiringuito de madera. Comemos pescado fresco y rico y no queda ni rastro del incipiente disgusto de por la mañana.

Coral Reef

Coral Reef

– La visita estrella del día es la tercera y última parada: Red Frog Beach. El paseo en lancha hasta allí es muy bonito y nos dejan en un pequeño embarcadero en el lado sur de la isla. RFB está en una zona protegida (Parque Nacional Marino Isla Bastimentos) y hay que pagar dos dólares por acceder a ella.

– La playa es salvaje y espectacular, con arena dorada fina, vegetación espesa alrededor y olas bravas que desafían el tópico «Caribe igual a charquito tranquilo». Nos comentan que ha habido algunos (pocos) casos de “descuideros” escondidos en la maleza y llevándose pertenencias de turistas, así que dejamos las cosas bien a la vista y disfrutamos del lugar durante casi 3 horas. Yo me voy con mucha pena de no haber tenido tiempo para ir a los más lejanos y paradisiacos Cayos Zapatillas (aunque unos días después Kuna Yala nos compensará sobradamente).

Red Frog Beach

Red Frog Beach

Red Frog Beach

Red Frog Beach

3 de marzo de 2011

– Como hoy toca volver, me levanto con el sol para aprovechar al máximo la “piscina” de Casa Acuario. El vuelo era a las 10:45, así que decidimos desayunar en Bocas en las cercanías del aeropuerto. El mismo ATR nos lleva de vuelta y el vuelo vuelve a ser tranquilo y disfrutable. Tras visitarlo entiendo por qué Bocas del Toro es el principal destino turístico de Panamá, que en general me parece un destino muy infravalorado. Supongo que los precios, bastante más altos que en otros países centroamericanos, no ayudan tampoco. Bye bye Bocas, a lo mejor nos volvemos a ver.

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Muchas gracias/domo arigato/muito obrigado a la gran viajera Eliana Suzuki por prestarme algunas de sus fotos.

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