Panamá: Tres días en Kuna Yala

La comarca de Kuna Yala (tierra de los Kuna), también llamada San Blas, está situada en el noreste de Panamá, en la orilla caribeña. Sus habitantes, la tribu indígena de los Kuna, gobiernan de manera autónoma y son prácticamente independientes del gobierno central, siendo el principal órgano de gobierno y la máxima autoridad política el Congreso General Kuna. Los indios Kuna se rebelaron contra el gobierno central en 1925 por los repetidos abusos que se cometían contra ellos y porque consideraron que su forma de vida tradicional estaba seriamente amenazada. En total hay unos 30.000 habitantes en la comarca.

Llegar hasta Kuna Yala no es tan fácil como a otras partes del país. Desde que abrieron una carretera de tierra  desde la interamericana hasta la colonia de El Porvenir, la parte más hacia el oeste de la comarca no está tan aislada, pero para llegar a zonas un poco más remotas hay que volar. Y la aventura empezó en el mismo aeropuerto, ya que el avión en el que volamos hasta Playón Chico era un DH Twin Otter bastante baqueteado. El vuelo fue muy movido porque había bastantes nubes y no parábamos de dar saltos y, al no estar muy acostumbrado a aviones pequeños, los 45 minutos se hicieron bastante largos.

De Havilland Twin Otter de Air Panamá

El  «aeropuerto» de Playón Chico no era más que una pista de cemento y una caseta minúscula…y gracias,  ya que nos comentaron que sólo 10 años atrás la pista era aun de tierra, volviéndose impracticable en la época de lluvias. También me contaron historias para no dormir sobre los aviones que había antes de que compañías multinacionales compraran las aerolíneas regionales e hicieran mucho hincapié en la seguridad (con puertas abriéndose en pleno vuelo y pasajeros sujetando al copiloto mientras trataba de cerrarla).

Aeropuerto de Playón Chico

La gente del Hotel Yandup nos estaba esperando y subimos a una lancha que en apenas diez minutos nos dejó en el hotel. La primera impresión del Yandup fue muy buena, era una especie de Maldivas 1.0, ya que en la pequeña isla de uno 100 metros de diámetro no había más que 8 cabañas rústicas y una más grande que era el comedor. El resto cocoteros y una pequeña playita de arena fina.

En lo que se refiere al turismo, una de las claves por las que se rigen los Kuna es que éste debe ser integrado y sostenible. Ello implica que las cabañas están hechas de madera y la energía la proporcionan placas solares, lo que le da mucha autenticidad y un encanto especial. La cabaña era amplia, cómoda y básica (no había agua caliente), sin nada superficial. Un detalle que me gustó es que las rendijas entre las maderas de las paredes eran apreciables y las ráfagas de viento se colaban,  dando sensación de frescor y hacía que el mar se sintiese aún más cerca de lo que estaba (apenas 10 metros).

Cabañas de Yandup

El precio del hotel incluía 2 excursiones diarias y las 3 comidas del día (el agua estaba incluida, el resto de las bebidas no).Todas y cada una de las comidas fueron estupendas, con mucho pescado cocinado de diferentes maneras y marisco. Las cantidades eran suficientes pero sin que acabases sintiéndote como un globo, lo que en este tipo de sitios se agradece bastante, ya que tienden a la cantidad en lugar de a la calidad.

Por las mañanas íbamos de excursión a alguna de las islas no habitadas (hay más de 300 para elegir, así que cada día una distinta). Solían ser muy pequeñas y de las que quedan perfectas en fotos y postales:  redondas, agua cristalina, arena finísima y con cocoteros. Nos dejaban allí a nuestro aire un par de horas para bañarnos, hacer snorkel (las tres a las que fuimos tenían corales alrededor pero bastante dañados) y relajarnos.

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Los Kuna no disponen de medios para patrullar tal cantidad de islas y el gobierno se entromete poco, así que es habitual que los narcos o simples traficantes tanto panameños como colombianos las usen ocasionalmente como base de operaciones o refugio temporal. En una de las islas encontramos una pistola que había sido echada a una hoguera pero aun tenia balas, aunque no funcionaba.

Después de la comida y de la siesta se hacía otra excursión, esta vez de estilo más cultural para conocer la forma de vida y las costumbres Kuna. El primer día fuimos a visitar la colonia de Playón Chico, donde viven unas 3.000 personas abigarradas en poco espacio. La colonia está en una isla unida a la costa por un puente de cemento. Los Kuna no siempre han vivido en las islas y zonas costeras, sino que emigraron desde el interior hará unos 100 años, huyendo de las enfermedades (cólera, malaria y fiebre amarilla) y en general de las condiciones mucho más inhóspitas de las selvas de tierra firme.

Colonia de Playón Chico

Al llegar lo primero que vimos fue niños por todas partes. Venían a saludarte al muelle y te rodeaban durante toda la visita. Las familias Kuna tienen normalmente entre 5 y 10 niños, pero desde que a finales de los 70 la mortalidad infantil se redujo drásticamente (gracias a la llegada de médicos y medicinas) la proporción de niños aumentó exponencialmente. En la actualidad los médicos son Kuna y van a estudiar a Cuba con programas de ayuda del gobierno cubano.

En la colonia se mezclaban heterogéneamente las casas de ladrillo con las más tradicionales cabañas de madera, todas muy juntas. Le pregunté al guía sobre la razón por la que teniendo tanta tierra todos viven tan apelotonados y con una media sonrisa comentó: «nos gusta vivir así, tierra hay de sobra». Otra de sus máximas es que ninguna persona que no sea Kuna puede poseer tierra o negocios en la comarca. Sacrifican la posibilidad de enriquecerse con la entrada de capital extranjero a la posible pérdida de su identidad y sus costumbres.

La cabaña de mayor tamaño se utiliza como centro de reuniones y para la vida política y sociocultural. La colonia tiene 3 jefes y cada uno de ellos tiene una hamaca en dicha cabaña (en lugar de una silla o sillón). Los jefes Kuna permiten cualquier religión, no sólo la suya tradicional, así que hay una iglesia católica (con un cura español que lleva allí 30 años) y otra mormona (los misioneros son voluntarios y se turnan cada dos meses). Hacía poco más de un mes que un incendio había arrasado parte de la colonia y algunas cabañas se estaban reconstruyendo, aunque aún se notaban los efectos del fuego.

También estuvimos viendo la escuela, donde se estudia en dos turnos: primaria por la mañana (de 7 a 12), y secundaria por la tarde (de 12 a 5). La secundaria la denominan «bachillerato agropecuario» y se ocupa más de enseñanza práctica para la vida al estilo Kuna (carpintería, construcción de barcas, cuidado de animales, agricultura). Los Kuna que quieren estudiar materias más habituales como ciencias o letras se suelen ir fuera de la comarca (era habitual verlos por la capital).

Otra de las visitas fue al cementerio, que está en una colina en tierra firme. Hay enterramientos más tradicionales y algunos que copian las religiones externas y ponen cruces aunque la persona enterrada no fuese católica («una moda» según comento nuestro guía). En los enterramientos tradicionales el cuerpo del fallecido descansa sobre su hamaca, que es enterrada con él, y en el exterior se hace un montículo de arena compactada simulando un vientre embarazado para reforzar la idea de que se vuelve al vientre de la madre naturaleza.

Dado que Kuna Yala siempre ha estado bastante aislada del resto de Panamá por la orografía y la selva, los Kuna han comerciado desde siempre con los colombianos, cuyos barcos recorren la comarca e intercambian todo tipo de productos (desde semillas hasta televisores) por cocos. De hecho el coco era la «moneda de curso legal» hasta mediados los 90.  Curiosamente no hay ni una sola planta procesadora de cocos, sino que se exportan a Colombia dónde hay mucha industria derivada de ellos.

Unos días inolvidables en un sitio paradisiaco pero con mucho carisma y al que no me importaria volver.

La encantadora gente del Yandup

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2 comentarios en “Panamá: Tres días en Kuna Yala

  1. Kuna Yala es una maravilla y no demasiado conocida en mi opinion, empezando porque Panama aun no es un destino turistico importante en la zona, aunque cada vez mas.

    A la zona mas al oeste de Kuna Yala ya se puede llegar en coche, a la que nosotros fuimos volando o en barco. Por ley solo los Kunas pueden tener negocios en su comarca y el turismo tiene que ser sostenible, yo creo que al menos a corto medio plazo si seguira igual.

    Gracias por el comentario Vero

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