(Los consejos y detalles prácticos para visitar Okinawa están en este post.)
Taketomi-jima (竹富島) es una diminuta isla del remoto archipiélago de las Yaeyama en Okinawa. Situada al sur de Ishigaki, es un atolón de coral de apenas 3 kilómetros de diámetro y 320 habitantes. Se la conoce como “la isla museo de la cultura Ryūkyū” y es poco menos que visita obligada para los turistas que llegan hasta esta parte de Okinawa.
Cogimos el ferry de la compañía Aneikanko en el puerto de Ishigaki sobre las 11 de la mañana y en 15 minutos escasos llegamos a Taketomi (está a sólo 4 kilómetros en dirección sur). El muelle de Taketomi está en la parte noreste de la isla y, salvo la carretera que se adentra hacia el interior y una pequeña oficina de turismo, no hay nada más alrededor. Las distancias en el mapa parecían muy pequeñas y como además la carretera tenía una amplia acera en uno de los lados decidimos ir andando en lugar de coger uno de los taxis/furgonetas que esperaban posibles clientes junto al muelle.
Aparte de algunas vacas pastando y vegetación tropical, vimos un pequeño cementerio en el que, entre las tumbas de estilo más habitual, había una llamativa pirámide de mármol bicolor un poco fuera de lugar que me recordó a la de Cayo Cestio en Roma (en miniatura, claro). Tras caminar 20 minutos el asfalto daba paso a una calle de tierra y llegamos a la única población de la isla, también llamada Taketomi y situada en el mismo centro geográfico.
Taketomi luce con orgullo su bien merecida fama de pueblo-museo. Los pocos pero bien avenidos habitantes (más de un tercio mayores de 70 años) se han esforzado mucho para preservar lo más intacto posible el pueblo de los ataques estéticos del progreso. Han renunciado, por ejemplo, a tener las calles asfaltadas y en su lugar están hechas de coral triturado y arena. Casi todas las casas y edificios que se ven son de estilo tradicional Ryūkyū y están perfectamente conservadas. Los muros exteriores y las paredes son de piedra volcánica, adornadas profusamente con setos y multitud de plantas en la parte exterior.
Las casas están coronadas por tejados rojos formados por tejas de barro clásicas. Encima de ellos o a veces en los muros exteriores vimos a los más simpáticos residentes de Taketomi: los shisas o siisaas. Éstos son seres mitológicos de la cultura Ryūkyū cuya aspecto parece un cruce entre un perro y un león. Su función es proteger la vivienda de los malos espíritus y traer buena suerte a los miembros del hogar. Los de Taketomi son famosos por su actitud festiva y desenfadada, siendo los protagonistas principales de muchas de las postales que se vendían en la isla.
Cuando llegamos, el pueblo dormitaba relajadamente al calor del mediodía y la tranquilidad era absoluta. Naturaleza, brisa marina, comida sana y paz. Resulta fácil imaginarse por qué la mayoría de los supercentenarios japoneses son de Okinawa. En mi opinión más que cosas concretas para ver, lo que se disfruta de verdad es pasear un poco sin rumbo por las calles y fijarse en las casas y en pequeños detalles. En el centro de la aldea hay una torre llamada nagominoto a la que se puede subir por una escalera. No es demasiado alta, pero dado que la isla es totalmente plana llega para tener un poco de perspectiva. En menos de una hora da tiempo a recorrerla entera de sobra.
Paramos a tomar algo de beber en una de las muchas casas que están acondicionadas como cafés y tiendas de recuerdos. Tomamos un zumo típico de Okinawa de una fruta cítrica llamada shikwasa (muy refrescante y recomendable) y charlamos un rato con la dueña. Le dijimos que íbamos a ir a la playa de Kondoi y se sorprendió de que fuésemos a ir andando tan lejos. La verdad es que llegamos en menos de 20 minutos de paseo tranquilo pero en parámetros de Taketomi es media isla.
La playa de Kondoi es magnífica, en forma de doble herradura, amplia, con arena fina y agua súper transparente. El agua cubría lo suficiente para poder darte un baño en condiciones sin tener que irte lejísimos como en Ishigaki. Además tenía baños, un remolque que vendía bebidas, helados y snacks y una terraza techada para resguardarte del sol. Todo muy bien preparado si vas con un bebé como nosotros. Sakura se dio el primer baño de su vida en el Mar de la China Oriental, un nombre maravilloso que te hace pensar en historias de piratas malayos y en navegar alrededor del mundo a vela.
Una de las actividades favoritas de los turistas japoneses que van a Taketomi es recorrer la isla en un carro tirado por un búfalo de agua. Durante la media hora que dura el paseo el guía canta canciones tradicionales de Okinawa con el sanshin, un instrumento de cuerda parecido al shamisen. Nos comentaron que de tantas veces que han hecho el camino los búfalos se lo saben de memoria y no hace falta que les guíen.
Aunque luego los vi por todo Okinawa, fue la primera vez que me fijé en los carteles con avisos en caso de tsunami. Están pegados en farolas o postes e indican a qué altura sobre el nivel del mar te encuentras y si (en teoría) es suficientemente segura en caso de terremoto o tsunami. Según la peligrosidad tenían los mismos colores que los semáforos: verde si estabas a salvo, amarillo para que salieses corriendo hacia algún sitio elevado y rojo para que te agenciases un buen flotador lo antes posible.
Comimos (muy bien) en un restaurante llamado Sidame-Kan en el centro del pueblo. No os olvidéis de pedir Orion de grifo, la cerveza más popular de Okinawa. Es suave y refrescante, un poco tipo americana, pero la sirven congelada y baja de maravilla con el calor y la humedad locales. A las 16:30 nos subimos en el ferry de vuelta a Ishigaki. En un día se ve la isla bastante bien, aunque tanto en blogs como guías recomiendan pasar una noche si quieres desconectar del todo y sentir que estás en un lugar realmente remoto. Dado que no hay muchos sitios en los que quedarse al parecer se llena enseguida y no es barato, pero seguro que merece la pena.
menudo viaje!!
Obrigado Catia! este era mi cuarto viaje a Japón y queríamos hacer algo diferente a lo anterior. Como ya habíamos estado en Hokkaido tocaba ver el otro extremo del país. Ademas teniamos muchas ganas de sol y playa 🙂 Saludos!
Es preciosa vuestra descripción del viaje a Okinawa…🫂👌
Os dejo un enlace a un articulo llamado «Las cinco calles que los japoneses tienen mas ganas de visitar. Una de ellas es Taketomi. Tiene buenas fotos
http://en.rocketnews24.com/2013/05/12/the-five-japanese-streets-that-people-of-japan-most-want-to-visit/
Hola me gustaría saber si hay alguna forma de comprar un shisas para mi tejado. Geacias
Hola Laura
Si vas a Okinawa, aunque no sea a Taketomi, los venden en las tiendas de souvernirs. Si vas a Japon puedes mirar en los todo a 100 yen, por si acaso.
En ebay USA los he visto ocasionalmente.
Un saludo y suerte con la compra
Hola chicos, gracias por la información que compartís en vuestro blog. Tengo una duda, los tickets del ferry ¿los comprasteis el mismo día? ¿O de forma online? Voy en julio y tengo miedo de que se agoten. Gracias
Hola! gracias por el comentario! Los tickets para Taketomi los compramos el mismo dia y no hubo ningun problema. De todas formas, si sabeis con antelacion la fecha en la que vais a ir es buena idea comprarlos online, aunque si te soy sincero yo al menos no se si aceptan tarjetas extranjeras. Un saludo