Intro: aquí tenéis la serie de los posts marginales. Esos posts que no le interesan a ni Dios y que están condenados al ciberostracismo y a la indifrencia de las masas desde el mismo momento en que pulsas el botón de “publicar”. Esos posts que tras pulular años por el blog apenas suman 14 visitas, 8 de ellas de tus amigos más leales y 6 de despistados que han metido las palabras equivocadas en una búsqueda de google. Esos posts que por alguna razón llaman a tu puerta y te apetece escribirlos aunque la alarma de “pérdida de tiempo” suene incesantemente en tu cerebro mientras tecleas. Sitios a los que no va (casi) nadie y sobre los que no interesa leer. En fin, con ustedes los posts marginales.
Viajes y monedas (I)
Entiendo que para mucha gente las monedas no son más que fríos trozos de metal que sirven para que una máquina aún más fría te de algo a cambio. O para que la cartera pese mucho y te intentes librar de ellas lo antes posible. O, si eres griego y te gusta el baloncesto, para atizarle a los árbitros y jugadores contrarios con ellas.
Pero a mí las monedas siempre me han gustado. Las he considerado una especie de amigas que hablan de países lejanos y me cuentan su Historia, su geografía, sus monumentos o su fauna entre otras cosas. ¿Cómo hubiese sabido yo en la época pre internet que una reina de Tonga se llamaba Salote Tupou si no fuese por las monedas? ¿O las apasionantes y fugaces historias de Manchukuo o Katanga?. Estos datos esenciales para críos de 10 años se los perdían los que no veían en las monedas más allá de su valor facial.
Por ello empecé a coleccionarlas de pequeño y, como a mi familia le hizo gracia el asunto, me ayudaban comprándome alguna de vez en cuando o acordándose de traerme cuando hacían un viaje (un recuerdo especial para mi tío Cristóbal que me trajo un buen montón de Hong Kong, Macao y Tailandia a principios de los 80). La colección estuvo parada durante bastantes años por las urgencias de la adolescencia y la retomé cuando empecé con mis viajes. Además decidí que no iba a comprar más monedas, sino que las conseguiría viajando o pidiéndoselas a otros viajeros (a éstas les pongo en la funda el nombre de la persona que me las ha dado).
Pero la razón principal de este post marginal es que la caza y captura de monedas durante mis viajes, a veces un poco desesperada, ha dado para más de una anécdota, así que vamos con algunas de ellas.
En 1997 fui a Egipto. Por los precios que se manejaban en el circuito turístico, sólo veíamos billetes y no había manera de conseguir monedas al ser su valor demasiado pequeño. Le comenté mi frustración a nuestro guía y me hizo una propuesta: durante cada una de las visitas que nos quedaban me iba a hacer una pregunta de Historia relacionada con ellas. Si la acertaba me daba una moneda, si fallaba nada de moneda y me tocaba intentarlo en la siguiente visita. Fue un buen aliciente para leer y aprender más sobre los soberbios templos, tumbas y mezquitas egipcios. Me traje una docena de ellas, así que lo hice razonablemente bien.
Al año siguiente el destino fue Namibia, Botsuana y Zimbabue. En Namibia no tuve problema haciéndome con toda la serie. Pero como en Botsuana solo íbamos a estar un día en el Parque Nacional de Chobe sin entrar realmente en el país, la empresa se presentaba imposible. Se lo comenté a la dueña del lodge donde nos quedábamos y tuvo el detallazo de darme dos colecciones completas de todas las monedas que había en circulación en ese momento. Por cierto, un detalle precioso es que la moneda de Botsuana se llama Pula, cuyo significado en el idioma local, Setswana, es lluvia. La lluvia es tan escasa en el Kalahari, tierra de los bosquimanos, que para ellos es tan valiosa como el dinero, de ahí el nombre. Pura poesía. Por eso y porque en el reverso enseñan la fauna del país, las monedas de Botsuana están entre mis favoritas.
En Zimbabue, el dólar estaba tan devaluado que las monedas de un céntimo tenían un valor ínfimo y las encontrabas tiradas por todas partes. Me sorprendió tanto que recogí un puñado y se las puse a un ciego en el plato con el que pedía dinero y que agitaba en el aire. Tras sopesarlas lanzándolas al aire y recogiéndolas de nuevo con el plato, soltó un audible gruñido y las tiró al suelo con desprecio. Se ve que solo aceptaba cheques de viaje, billetes y tarjetas de crédito. Yo las recogí (a fin de cuentas para mí eran monedas) y me las traje.
No sé si sería la maldición que me debió de echar el ciego, pero en el viaje de vuelta me perdieron el equipaje y llegó una semana más tarde. Cuando me lo dieron descubrí para mi disgusto que lo habían abierto y me habían robado todos los regalos y la cámara de fotos. Curiosamente las monedas estaban todas. Las habían sacado de las fundas para carretes donde las traía y estaban desperdigadas por toda la maleta. Sherlock diría que lo más probable es que me hubiesen abierto la maleta mientras estaba en el depósito en Madrid y pasaron de dinero que no podían usar. Puse una denuncia en la policía y conseguí que Iberia me reembolsase TODO lo que les dije que costaban la cámara y los regalos y con ese dinero compré el billete para ir a Argentina al año siguiente. En aquella época las aerolíneas se estiraban bastante más…
Y Argentina, en 1999, fue un viaje muy bueno para las monedas. Me quedé en Buenos Aires en casa de un amigo (un abrazo para Ricardo y su familia que se portaron de maravilla conmigo) y un día trasteando en su casa encontramos una hucha de cerámica en forma de busto de Charlot que había sido de su abuelo. La hucha tenía un buen puñado de monedas dentro, pero la única forma de abrirla era rompiéndola. Tati me dijo que le encantaría sacar las monedas pero que le daba mucha pena romper la hucha. La ranura era tan estrecha que parecía imposible sacarlas por allí. Pero el premio era demasiado apetitoso para dejarlo allí, así que con mucha paciencia (que no siempre ha sido mi fuerte) y algo de ingenio al cabo de una par de horas habíamos conseguido sacar el tesoro. Y el botín fue estupendo: una veintena de monedas argentinas de principios del siglo XX de 5 y 10 centavos casi todas muy bien conservadas. Tati me regaló una de cada y les tengo mucho cariño.
Mi último día en Buenos Aires pase por delante de la oficina central del Banco de la Nación Argentina en plena Plaza de Mayo (fue casualidad) y me dio por entrar para ver si podía conseguir algunas de las monedas conmemorativas que había en circulación (Mercosur, UNICEF, Evita y Borges entre otras). Como me ocurrió a menudo en Argentina, la señora que me atendió fue encantadora. Me sentó en un escritorio y me trajo 3 sacos de monedas (de 50 centavos, 1 y 2 pesos) y me dijo que cogiese las que quisiera…y ¡me dejó allí solo con todo ese dineral fiándose de mí! Elegí las que quería y me las cambiaron sin siquiera comprobar mi mochila al salir…
Para los aficionados a las monedas y a la numismática, os dejo la mejor página que he encontrado en todo internet: Numista. Perfecta para crear tu catálogo, intercambiar con otros usuarios y resolver cuestiones en el foro.
Me voy a tener que aficionar a tus post marginales porque este me lo trague del tirón y me ha encantado! Desconocía tu afición por las monedas, nosotros le solemos traer a un amigo de Sevilla (lo tenemos en común 😉 y al hermano de Paco que tiene una soberbia colección. A partir de ahora cogeremos unamas dirección London. Pedazo de post y pedazos de historias!
Mis posts marginales son un poco frikis pero tienen cierto encanto, no? 😀 Me han salido tantas historias de monedas que he tenido que dividir el post en dos partes. A ver si la segunda te gusta tanto como la primera. Muchas gracias por adelantado por esas monedas del golfo persico que llevaran tu nombre! 🙂
Pues si te puedo ayudar en ello ya sabes 😉 cuando veas que voy a algún lugar de interés para ti (en cuanto a monedas se refiere) solo tienes que decirmelo!!!
Yo también suelo quedarme algunas de recuerdo, pero no con el cariño que tu les tienes jeje Tengo que mirar por que creo que conservo antiguas coronas portuguesas… :S no recuerdo bien, si las encuentro y no tienes puedo mandarte alguna 😉
Muchas gracias! la verdad es que tengo una coleccion considerable y seria raro que no las tuviese (supongo que te refieres a escudos y no coronas, no?). Te cuento de que sitios me faltan por si acaso! gracias de nuevo!
siii jajaja escudos xD a saber en que pensaba jaja.
mi padre suele traernos algunas especiales, como euros del vaticano, una moneda de la estatua de la libertad etc…
No eres el unico «raro» que se trae monedas en los viajes. Yo selecciono la mejor de cada valor para traérmelas a casa.
También si encuentro algún billete nuevo (de poco valor) también me lo traigo y lo guardo.
Al final, son como un recuerdo más del viaje…
Gracias por dejar un comentario Juan. Como ves por el post en algunos momentos me lo tome un poco demasiado en serio. Ahora me limito a hacer como tu, traerme las mejor conservadas que consigo de cada una de las que tienen en circulacion. Un saludo
Fantástico post, me ha encantado. Decididamente, para mí lo marginal suele ser lo mejor.
Tras leerlo, creo que no te desvelaré lo que significa «pula» en rumano, no es tan poético como en setswana y prefiero no decepcionarte. 🙂
Buscaré entre las monedas repes que tengo por ahí, lo mismo hay alguna que te interesa.
Ya me imagino lo que significa Pula en rumano, mejor nos quedamos con la poesia ja ja
Ya me cuentas si encuentras algun tesoro repe. Yo tengo bastantes, asi que firmaremos acuerdo bilateral de colaboracion 🙂
Billetes de 10. 000.000.000 de ZImbawue tienes?
Me alegra tener por estos lares al mismisimo Aguilucho de Sidi Ifni. Un honor.
Me temo que no colecciono billetes, solo monedas, aunque si lo hubiese visto lo hubiese guardado seguro. Pero la hiperinflacion llego a Zimbabue bastante despues de que yo estuviese. De hecho cuando estuve los billetes eran de valor tan bajo que cambie 40000 pesetas y me dieron tal cantidad de billetes que tuve que quitarme la camiseta y meterlos dentro para no ir con los fajos enormes por la calle! sali pitando para el hotel a guardarlos.
Peaso de post marginal !!
Quillo, que casualidad. A mi hijo, un gran tipo también le trajo monedas de distintos países. Y curiosamente se las traía en un envase de carrete de fotos.. Ji,ji.
Se tiene que dar prisa, pues para Navidad ya tiene que haber averiguado el país de origen de cada una de ellas.
No te las puedo enviar porque son un regalo especial, además, me apuesto las dos manos a que ya las tienes…
Dile a Ildito que se ponga las pilas que en navidad voy a ser implacable con mis preguntas sobre monedas. Si las acierta los Reyes Magos londinenses le traeran alguna mas. Si no, a dormir con el atlas y la Wikipedia hasta que se las sepa todas 🙂
Hola! Este post no me pareció nada «marginal», todo lo contrario. Es una entrada que yo llamaría muy «turiscuriosa», con historias amenas e interesantes. Y sí, yo también me traigo monedas de mis viajes, aunque más que por colección, por tener un recuerdo del destino visitado. Seguiremos leyéndote 🙂
Hola Turiscuriosa, se agradece el comentario 🙂 Les llamo posts marginales porque apenas reciben visitas no porque piensesn que sean malo, yo les tengo mucho carinho ja ja
Si te interesa hay una segunda parte publicada
saludos!
He de decirte que soy numismático y estoy contigo, hay pocas personas interesadas en este campo pero aquellos que amamos »ese trozo de metal» con historia somos conscientes del valor que tienes al escribirlo y por lo tanto me has fidelizado :).
En mis artículos suelo hacer una referencia y un guiño a las monedas , alguna vez he escrito sobre mi afición a la numismática (fuera de la bitácora es cierto).
Saludos,
Jesús.
Por eso tuve que crearme una serie de posts marginales, para escribir sobre cosas que me apetezcan aunque no vayan a tener demasiado publico. Y las monedas son una gran debilidad mia.
Animate a escribir tus aventuras de Indiana Jones persiguiendo monedas imposibles. Aqui tendrias un lector.
Saludos!
Hola,
Me parece un post estupendo. Yo tambien pienso que cada moneda es un trozo de historia y de cultura. Desde pequeño he aprendido muchas cosas gracias a las monedas. Y eso que, por lo que dices, tú sí debes tener una gran colección. Yo me dedico hoy en día sólo a monedas (y billetes) sobre músicos y motivos musicales, aunque las conmemorativas españolas de 2 euros las sigo todas, y algunas más (alemanas de Bundesländer, polacas de 2 zlote…) Mucha suerte con las monedas y con tu blog. Un saludo.
P. D. y si quieres cambiar, dímelo.
Hola Angel, muchas gracias por tu comentario.
Los posts que he escrito sobre monedas no reciben demasiadas visitas, pero no puedo evitar quererlos un poco mas que al resto porque me lo paso realmente bien persiguiendolas por los paises a los que voy 🙂
Lo de especializarse en monedas con motivos musicales es algo muy original y que nunca habia oido. Luego te envio un correo por si puedo tener alguna que te interese.
Un saludo!
Estupendo, cuando quieras. A lo mejor yo tambien tengo alguna que te interese. Un saludo.
He leído tus dos posts y me trasmites una sensación de racismo y de superioridad europea que tira para atrás. Quizás este equivocado… pero la forma en que te ries del ciego, lo «sucio» que estaba el cubo del egipcio y demás cosas no trasmiten muy buenas impresiones sobre ti. Como si te vieras superior a todos ellos. Se supone que viajamos para conocer mundo y abrir la mente. En estos dos post me parece todo lo contrario. Quizás me equivoque en mi apreciación, pero es lo que siento al leerte.
Hola Paco. Si esa es la impresión que te han dado los 2 posts de monedas, qué le vamos a hacer.
Y sí, estoy tan convencido de la superioridad aria de la gloriosa raza europea que por eso me casé con una asiática y tengo una hija con ella. Contradictorio que es uno.
Un saludo
Yo tambien he leído los dos posts, y no veo superioridad por ninguna parte. Sólo curiosidad y cariño por un hobby al que yo tambien tengo cariño.
P. D. Mi mujer es europea, pero, según el nazismo, de una raza inferior: los eslavos. Eran Untermenschen a los que había que eliminar para tener un buen Lebensraum entre Berlín y Moscú.