Las Islas Eolias: el refugio del dios del viento

Alicudi, Filicudi, Salina, Lipari, Vulcano, Panarea, Basiluzzo y Stromboli. Ocho islas mediterráneas de origen volcánico situadas entre Sicilia y Nápoles en las que, según la mitología clásica, Eolo se refugió al huir de Icaria, dándoles su nombre. La UNESCO las incluyó en su lista de lugares Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. Unas fotos que había visto un par de años antes, cuando mis compañeros de piso Pietro y Marta habían ido, fueron las responsables de que pusiera las Islas Eolias en lo más alto de mi lista de destinos preferidos. Al final entre unas cosas y otras no pudo ser hasta un par de años más tarde, en junio de 2008.

El plan inicial era volar a Palermo y desde allí tomar un ferry para ir primero a Stromboli y luego a Salina. Dicho plan se fastidió cuando unos días antes de salir nos enteramos que habían suspendido el servicio de ferry por no ponerse de acuerdo entre la compañía naviera y el gobierno de Palermo en las subvenciones (o al menos eso publicaron). Así que al llegar a Palermo tuvimos ir en tren hasta Milazzo, en el extremo noroeste de la isla, y desde allí coger el ferry.

Al llegar a la estación nos encontramos con que, curiosamente, los trenes rápidos (InterCity) tampoco estaban funcionando por una huelga por lo que tuvimos que subirnos a un regional que paraba en todos los pueblecitos de la costa y tardamos una eternidad en llegar. Al menos disfrutamos de un paisaje precioso ya que las vías discurren junto al mar. Una vez en la estación de Milazzo nos dimos cuenta de que llegar hasta el puerto no iba a ser fácil del todo: ningún taxi a la vista y cuando preguntamos por autobuses para el puerto sólo conseguimos respuestas vagas.

Estábamos empezando a preocuparnos seriamente cuando un señor bastante mayor con un Fiat que tendría al menos su edad nos hizo señas diciendo que él nos llevaba al puerto. Otros dos turistas extranjeros que estaban por allí se montaron en el coche que casi no se podía ni mover con tanta carga y en 15 minutos llegamos, bastante justos de tiempo para el último barco del día a las 16:30. Dada la explosión de alegría que nos dedicó el inesperado taxista creo que le dimos bastante más dinero del que esperaba, pero la verdad es que nos había hecho un gran favor porque de no ser por él no hubiésemos llegado a tiempo.

El ferry tardó unas 3 horas hasta Stromboli, la isla más alejada de la costa siciliana. La primera sensación que tuve fue que una vez pones el pie en la isla te das cuenta de que el volcán y la isla son una misma cosa. La enorme caldera lo domina todo, con los dos pequeños pueblos ocupando tímidamente un rincón en una de las laderas. El majestuoso volcán lleva activo ininterrumpidamente desde hace mas de 20.000 años y según el día se ven con claridad penachos de humo saliendo del cráter. Prácticamente todo el mundo vive en el más grande de los pueblos, Stromboli, mientras que el otro, Ginostra, no tiene más que unas cuantas casas y solo se puede ir en barco. Entre ambos no llegan a 400 habitantes, aunque en verano puede subir hasta unos 800.

Admirando el volcán Stromboli al llegar

La casa en la que nos quedamos era la imagen perfecta de la casa mediterránea, encalada en blanco y con las contraventanas pintadas de azul cielo, con el patio cubierto por un emparrado y llena de buganvillas de un color intenso. Unas escaleras llevaban hasta una pequeña y desierta cala de arena oscura. Desde la playa veíamos muy de cerca Strombolicchio, una aguja de piedra coronada por un faro y que tiene un algo misterioso, como si te estuviese vigilando. El agua era fresca y transparente y al levantarnos por la mañana con las sabanas aun pegadas lo primero que hacíamos era ir a darnos un baño fantástico.

Izumi nadando con Strombolicchio al fondo

Al atardecer del segundo día hicimos una excursión en barco a la otra parte de la isla para ver la actividad volcánica. Miles de años de erupciones le han dado a esa parte de la caldera forma de herradura y le llaman Sciara del Fuoco (Río de fuego ) al ser por donde baja la lava y las piedras incandescentes cuando hay explosiones fuertes. Una vez el sol se hubo puesto se veían más claramente los “fuegos artificiales”, aunque los sonidos llegaban muy apagados desde los más de 900 metros de altitud de la cumbre. No me extraña que el volcán le diera el nombre al malo de la peli de Pinocho en la famosa versión de Disney.

El crater del Stromboli (Foto por Pietro Belli)

Los 3 días en Stromboli fueron maravillosos, llenos de tranquilidad absoluta y buena comida (comimos uno de los mejores platos de pasta que he probado en mi vida: raviolis negros rellenos de gambas). Los taxis son carritos de golf eléctricos para que no haya ni un ruido que no sea natural.

Distancias...en pasos

Distancias…en pasos

Salina es una experiencia bastante diferente a Stromboli. Es la segunda isla más grande de las Eolias tras Lipari y tiene 4000 habitantes repartidos entre varios pueblos (Santa Marina, Lingua, Malfa, Pollara y Rinella), todos conectados por carreteras. A pesar de que hay hasta 6 volcanes en la isla y que uno de ellos es el más alto del archipiélago (Monte Fossa delle Felci con 968 metros), su presencia imponía menos al ser la isla grande y estar la montaña en el interior. Al llegar al puerto hablamos con un par de personas que ofrecían habitaciones y decidimos quedarnos en Santa Marina, el pueblo principal. Además alquilamos una moto para movernos por la isla y poder ver otras zonas.

Volcán Fossa delle Felci

El segundo día recorrimos en el pequeño scooter los 12 kilómetros que separan  Santa Marina de Pollara, en el extremo oeste de la isla. Al principio la carretera va bordeando la costa y subiendo, hasta llegar a Capo Faro. Desde lo alto de la colina se veía tentadora el agua cristalina así que decidimos bajar a darnos un baño. Te podías meter en el agua desde un islote de cemento que tenías escalerillas adosadas. En Malfa paramos a tomarnos una cerveza en una terraza mientras veíamos a la gente del pueblo jugar a las cartas y pasar tranquilamente las horas más calurosas del día. La carretera que baja serpenteando desde Malfa ofrece unas vistas espectaculares de la costa y de la pequeña bahía donde está Pollara.

Pollara (Foto por Pietro Belli)

Pollara es uno de esos sitios que muchísima gente ha visto pero que no saben situarlo. Es el lugar donde estaba la casa de Pablo Neruda en la película “El cartero y Pablo Neruda” (aunque la casa en sí y dónde se grabaron los interiores está en otra parte de la isla). Es sin duda un rincón especial y que si has visto la película seguro que no has olvidado. Pasamos unas cuantas horas sentados en la dura roca disfrutando del sol y bañándonos. Allí mismo también se puede ver un imponente arco de piedra sobre el mar.

El lugar donde estaba la casa de Pablo Neruda en «El Cartero»

Arco de Piedra en Pollara

Algunos datos prácticos:

– Las principales compañías de ferry que van a las Eolias son Siremar (www.siremar.it) y Ustica Lines (www.usticalines.it). La lista completa con todos los medios de transporte que van a las islas está aquí

– En Stromboli nos quedamos en Casa del Sole

– Los riquísimos ravioli nero los comimos en un restaurante de Stromboli  muy conocido llamado Da Zurro. No fue barato (15€ un plato de pasta, 25€ en total por persona) pero yo los pagaría otra vez encantado.

– En Stromboli también comimos muy bien en Le Terrazze Di Eolo, en la parte de arriba del pueblo, cerca de la plaza. Las vistas del mar y de Strombolicchio eran magníficas. Bastante más barato que el anterior (16€ por persona)

– En Salina comimos de maravilla en una pequeña pizzería napolitana llamada Mareluna un poco alejada del centro del pueblo. Las pizzas estaban estupendas y bien de precio (15€ por persona)

– La moto la alquilamos aquí

Todos los posts sobre Italia

7 comentarios en “Las Islas Eolias: el refugio del dios del viento

  1. A mi también me encantaron las islas Eolias!!
    Nosotros llegamos allí, atravesando toda Italia y el estrecho de Messina hasta Milazzo, con el coche y la caravana, nada menos.

    Dejamos la caravana en el camping, cogimos el ferry hasta Vulcano y recorrimos el perimetro de la isla en un barco; después vimos el interior de la isla y la zona donde todo el mundo se embadurna de fango.
    De vuelta al ferry para desembarcar en Lípari, donde comimos. Tarde en el pueblo y regreso a Milazzo.

    Al día siguiente volvimos a coger un ferry rápido hasta Stromboli. Al llegar tienes una sensación inquietante ya que las explosiones del volcán son bien patentes. Contratamos una excursión para llegar hasta la cima del cráter pero, al poco rato de partir, mi hija se encontró mal y tuvimos que suspender la ascensión. A media noche y con una zodiac nos plantamos delante de la «sciara del fuoco» y allí nos quedamos un buen rato, con un cielo estrellado a más no poder y un mar negruzco pero en calma. Pudimos contemplar una de las explosiones del volcán mientras la luz del fuego iluminaba el cielo. Simplemente fantástico.

    Ya te dije por el facebook que no me importaría volver!!

    Me ha gustado mucho la explicación de tu relato!!

Deja un comentario