Guía: Chipre (II): la parte turca

La parte norte-noreste de la isla es conocida oficialmente como República Turca del Norte de Chipre o, de manera abreviada, como Chipre del Norte. Es un estado de facto pero solo reconocido internacionalmente por Turquía, su país matriz. En 1974 se produjo un golpe de estado que tenía como objetivo anexionar Chipre (que había conseguido su independencia de Gran Bretaña apenas 14 años antes) a Grecia. Esto provocó la invasión del norte de la isla por el ejército de Turquía “para garantizar la seguridad y salvaguardar los intereses de los ciudadanos grecochipriotas”, empezando una cruenta guerra civil que acabó con un enorme intercambio de población y la isla dividida en dos, tal y como se encuentra hoy en día. La parte turca ocupa un 36% de la isla aproximadamente, y además hay una zona desmilitarizada llamada Línea Verde que ocupa un 4% del territorio de la isla y que está bajo control de la Naciones Unidas, separándola de la parte griega. Existe frontera propiamente dicha entre ambas partes de la isla y hace falta el pasaporte para cruzar de una a otra. Además, la moneda oficial en el norte es la lira turca, aunque aceptan euros en prácticamente todos los sitios. Personalmente, la parte turca me pareció más bonita e interesante que la griega, por lo que recomiendo reservar algo de tiempo para explorarla y, si es posible, hacer al menos una noche allí. Existen varios puntos en los que cruzar la frontera. Yo la crucé con el coche por dos sitios: el puesto fronterizo cercano a Lárnaca y también por el que se encuentra en medio de Nicosia. De la parte chipriota te dejan salir sin problemas. En la parte turca te controlan los pasaportes y los papeles del coche, asegurándose que tienes un seguro específico que sea válido en el norte. En caso de que no lo tengas lo puedes sacar en una pequeña oficina que hay junto a la frontera. En ambos cruces de frontera apenas había coches y no tardamos ni cinco minutos al ser temporada (muy) baja, pero lo normal es que  haya cierta cola, incluyendo esperas de hasta una hora en épocas de mucho turismo.

SALAMIS

Las magníficas ruinas de la antigua ciudad-estado de Salamis (Salamina en español) están a la afueras de Famagusta, a algo menos de una hora desde el punto fronterizo más cercano a Lárnaca. Por extensión, conservación y calidad son, de largo, el mejor yacimiento arqueológico de todo Chipre y una visita imprescindible. La mayoría de los restos son de la época romana, entre los que destacan el imponente gimnasio con palestra anexa, el teatro (bastante reconstruido), el foro y la basílica de San Epifanio. A medida que te alejas de la zona cercana a la entrada, que contiene la parte principal y más espectacular del yacimiento, te encuentras más partes por excavar, con restos esparcidos de cualquier manera por el suelo y ruinas cubiertas por la tierra y la maleza. Hay zonas, como el templo de Zeus, que es como caminar por un campo salpicado de restos de columnas y bloques de mármol. El yacimiento es bastante extenso (hay que caminar unos 7km para verlo entero). Hace bastante calor incluso en diciembre y, en general, no hay donde guarecerse, por lo que conviene llevar agua, protección solar y algo para cubrirse la cabeza. La parte principal se ve en una hora, pero para recorrerolo a fondo hace falta como el doble de tiempo. Una sorpresa positiva es que tiene una playa dentro del recinto en la que te puedes bañar, al estilo de las ruinas de Tulum, que seguro que en verano se agradece muchísimo, así que compensa llevar el bañador a mano.  

Salamis está bien indicado desde la carretera principal y es fácil llegar. El aparcamiento es gratuito y la entrada al recinto cuesta 9 liras turcas, aunque también se puede pagar en euros (2.5€). Con la entrada dan un folleto, pero no cuenta demasiado. Hay un sencillo bar donde se puede comer algo y comprar bebidas.

CASTILLO DE KANTARA

Situado a 630 metros de altitud en una colina junto a la costa norte de la isla, fue construido durante la época bizantina como torre vigía para alertar de las incursiones de piratas y tropas árabes. Las ruinas no se encuentran en especial buen estado de conservación, pero quedan suficientes restos de los muros principales y un par de torreones como para que resulten atractivas. A cambio, el paisaje de los alrededores es muy bonito y las vistas espectaculares, por lo que merece la pena desviarse y visitarlo. La entrada cuesta 2€, el aparcamiento es gratuito y las indicaciones para encontrarlo son fáciles de seguir.

PENINSULA DE KARPAS

La península de Karpas es la reconocible flecha de tierra del noreste de Chipre que se adentra más de 30 kilómetros en el mar. Es la parte menos poblada y más remota, salvaje y de naturaleza de la isla, también de las más bonitas e interesantes, aunque es difícil explorarla en poco tiempo sin coche propio. La carretera está bien asfaltada hasta el ultimo pueblo, pero a partir de ahí se vuelve un camino de tierra, baches incluidos. Una parada muy recomendable es Agios Philon, una iglesia en ruinas del siglo XII junto a la playa. Desde Dipkarpaz hay que seguir las indicaciones hacia “Oasis at Ay Philon” hasta llegar a la costa norte. Está situada en un promontorio que domina una preciosa cala de agua transparente donde pudimos darnos un baño estupendo a pesar diciembre, ya que estaba muy resguardada del viento. Una gran idea es de paso comer en el restaurante que hay en la cala, llamado Oasis, donde nos dimos un festín por 10 euros por persona, bebidas incluidas. Uno de los mejores momentos del viaje.

En el extremo de la península se encuentra el cabo Apóstolos Andreas, junto al que está el famoso monasterio del mismo nombre, un importante lugar de peregrinaje para los cristianos ortodoxos de Chipre. Merece la pena comentar que para llegar hasta el cabo hay una buena tirada conduciendo: unas 3 horas desde Lárnaca. Cerca del monasterio hay dos buenas playas de arena fina: Turtle Beach y Golden Beach.

KYRENIA

Kyrenia, Girne en turco, es una ciudad portuaria en la costa norte, a unos 30 kilómetros de Nicosia, considerada el principal centro turístico del norte de Chipre. La principal atracción es el Puerto Viejo, uno de esos lugares que quedan perfectos en una foto o postal y al que se accede por las intrincadas callejuelas de adoquines de rigor. En el flanco este del puerto se encuentra el imponente Castillo de Kyrenia, de orígenes bizantinos pero que ha pasado por muchas manos a lo largo de la historia (venecianos, cruzados, otomanos, británicos…) dada su importancia estratégica. Dentro del castillo se puede visitar el Museo del Pecio, que contiene los restos de un barco mercante griego del siglo IV a.C. El coche se puede dejar en un amplio aparcamiento público cerca del puerto. Kyrenia es bonita y merece la pena visitarla, pero estaba atestada de turistas y en 30-40 minutos se ve de sobra porque no es demasiado grande.

Junto antes de llegar a Kyrenia desde Nicosia está el Castillo de San Hilarión, una parada muy recomendable. Es el mejor conservado de las tres fortalezas que protegían la costa norte (otra es la ya mencionada de Kantara y la tercera es Buffavento). Se pueden visitar algunas habitaciones y disfrutar de las magníficas vistas desde los torreones. La visita lleva entre 30 y 45 minutos mínimo.

NICOSIA

La capital y ciudad más grande de Chipre (unos 325.000 habitantes) tiene la particularidad de que, como un modelo a escala de la isla, se encuentra dividida en dos mitades. Aunque Nicosia ya quedó segregada en un bloque poblacional turco y otro griego durante la crisis de 1964, fue la guerra de 1974 la que hizo la división oficial, ya que la Línea Verde se trazó partiendo la ciudad en dos. La parte más interesante para visitar es la Ciudad Vieja, que merece al menos medio día o más, y, si es posible, pasar una noche. La arteria histórica más importante es la calle Ledra, una vía peatonal de un kilómetro que atraviesa la Ciudad Vieja de norte a sur. Tanto Ledra como las callejuelas adyacentes están llenas de comercios y restaurantes y suele haber mucho bullicio a casi cualquier hora del día. Tras años de negociaciones, en abril de 2008 la calle Ledra se abrió para que se pudiese transitar entre ambos distritos de la ciudad, aunque hay un control de pasaportes y es necesario mostrarlo para acceder a la zona turca (o viceversa).

En la parte griega (sur) de Nicosia lo más interesante para visitar es la plaza Faneromani y sus edificios circundantes, la Catedral Gótica de Saint John o la calle Onasagorou, otra zona llena de gente y tiendas. Las tres puertas históricas que daban acceso a la ciudad vieja se encuentran bien conservadas, y dos de ellas, Famagusta y Pafos, están en la parte sur.

La tercera, la puerta de Kyrenia, se encuentra en el distrito turco. Una vez pasas al norte, y al igual que en el resto de la isla, el cambio es inmediato, con un entorno más abigarrado, decaído y atractivo. El corazón de la zona turca es la plaza Sarayönü. En el centro de la plaza destaca una columna traída en el siglo XVI por los venecianos desde las ruinas de Salamis. La avenida Girne, que termina en la puerta de Kyrenia, es la otra calle principal y, junto con la zona peatonal Arasta, está llena de tiendas y restaurantes. Merece la pena buscar el Büyük Han, un edificio otomano del siglo XVI que en el pasado fue el caravasar (lugar de hospedaje de caravanas) más grande de la isla. Otros dos edificios llamativos de la zona turca son la mezquita Selimiye y, a su lado, la iglesia ortodoxa de Bedesten.

Nota: ¡ojo con el roaming! Cuando se cruza a la parte turca es muy probable que el teléfono cambie al poco a un operador turco que, al no pertenecer a la UE, cobran (bastante) por llamadas y datos.

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