Siempre he sido más un ciclista urbano que de salir a hacer rutas, aunque en mis tiempos vigueses hice mis pinitos subiendo varias veces al Galinheiro, el CUVI, a Madroa, Coruxo y demás ochomiles de la zona. En febrero de 2006 me compré mi primera bicicleta en Londres y tras unos cuantos miles de kilómetros tengo algunas historias interesantes que contar.
Dicha primera bicicleta era una Apollo cutrilla comprada en Halfords. Tenía unas ruedas que le hubiesen valido perfectamente a un Land Rover y cualquier cuestecita con algo de viento se te convertía en el Tourmalet. En aquella época vivía en Fulham Broadway y usaba la bici para dar paseos los fines de semana. En 2007 me mudé al suroeste de Londres y como la oficina me quedaba cerca de casa (unos 7 kilómetros) me planteé ir en bicicleta al trabajo. Lo primero que hice fue comprarme una bici híbrida con ruedas tubulares, en concreto una Ridgeback Comet. Fue como cambiar un tractor por un deportivo a pesar de llevar el mismo motor.
Con ella tuve mis dos primeros percances. El primero fue que apenas dos semanas después de estrenarla se me rompió la cadena. “Curiosamente” era lo único que no entraba en la garantía y tuve que comprarle una nueva, lo que me sentó fatal. El segundo percance fue peor: un domingo por la mañana en Putney iba pedaleando distraídamente cuando un trozo de papel de embalaje se me metió en la cadena. Instantes después escuché un sonoro “crack” y luego un “clonck”. La pieza trasera del cambio enterita se había roto de cuajo y me miraba asombrada desde el suelo. No más asombrado que yo cuando lo vi, claro. En la tienda me explicaron que está diseñado así para que no se trabe la cadena y salgas despedido, pero a mí se me saltaban las lágrimas durante la hora y pico que tuve que caminar de vuelta a casa. Tremendo el destrozo (ver la foto de abajo) para un evento tan repentino e insignificante. La reparación me costó casi un tercio del precio de la bici.
Un estupendo día de verano de 2010, mientras paseaba con la bici por delante del Science Museum (en South Kensington), me entraron unas irrefrenables ganas de ver aviones antiguos. Aparqué y entré. Estuve unos 40 minutos. Al salir no estaba la bici. También se habían llevado el candado. Casi mejor porque le iba a despedir fulminantemente por inútil. Tomad nota e intentad no dejarla nunca en la calle aunque sea por poco tiempo, sobre todo si es una bici semi nueva. Bueno, también es aconsejable controlar vuestras ganas de ver aviones antiguos en momentos inadecuados. Yo al menos no le vuelto a hacer (lo de dejarla en la calle).
Me compré otra Ridgeback Comet a los pocos días y su destino fue el mismo pero en diferentes circunstancias: en mayo de 2012 se la llevaron de la puerta de mi casa donde estaba encadenada a una barandilla. Segunda lección. Desde entonces la dejo en la terraza, nunca más al otro lado de la puerta de entrada. Las denuncias a la policía no ayudaron gran cosa, por supuesto.
Para no volver a tentar al destino decidí cambiar de marca y modelo, comprándome la que es mi actual bici, una Carrera Gryphon, de largo la mejor que he tenido nunca. La compré usando el programa Cycle2Work a través de mi empresa y me pareció magnífico. Puedes pagarla a plazos mensuales y lo más importante, libre de impuestos, con lo que te ahorras mucho dinero. Aparte te dan un 10% del importe para accesorios y dos revisiones gratis (al menos en Halfords). La única pega fue que no les quedaban Gryphon en stock y tardaron casi dos meses en traerla de otra tienda.
Londres y las bicicletas
La verdad es que Londres no está preparada para las bicicletas (bike friendly) como por ejemplo las ciudades holandesas o danesas, y es necesario ir con mucho cuidado. Aún así hay que reconocer que ha mejorado bastante desde 2006.
Las estadísticas dicen que desde la llegada del siglo XXI el número de ciclistas en las calles londinenses se ha duplicado, llegando hasta unos 600.000 traslados diarios en bicicleta en 2013. El anuncio de la celebración de los JJOO de 2012 fue el pistoletazo de salida para que las autoridades se decidiesen a hacer de Londres fuese una ciudad más amable y segura para pedalear. Tímidamente se empezaron a ver carteles y anuncios de seguridad vial para que los conductores de coches se fijaran más en las bicis.
En 2010 se crearon las Cycle Superhighways y entraron en servicio las bicicletas de alquiler conocidas como Boris Bikes por su impulsor, el siempre polémico alcalde Boris Johnson. A pesar de su pomposo nombre, las superautopistas son poco más que la parte izquierda de la calzada pintada de azul sobre la que, en teoría, los coches o autobuses no pueden circular, aunque no hay físicamente nada que se lo impida. Creo que han ayudado, pero distan mucho de ser lo ideal si quieres que la gente se sienta segura de verdad, los coches y autobuses siguen estando demasiado cerca.
Mi propia experiencia corrobora las estadísticas: hay mucha más gente yendo al trabajo en bicicleta a finales de 2013 que cuando yo empecé en 2007. Y los ciclistas se han habituado y siguen yendo en invierno cuando llueve o hace frio. En días soleados de verano he llegado a contar hasta 60-70 ciclistas en alguno de los semáforos de Clapham Road en dirección a Elephant&Castle. La doble rotonda de E&C, otrora uno de los puntos más negros para motos y bicis, la han remodelado y ahora no es tan suicida.
Pero el tema de la seguridad de los ciclistas ha estado en el candelero este último mes más que nunca. Hasta 6 ciclistas murieron atropellados en apenas 2 semanas durante el pasado mes de noviembre, algo nunca visto (la media en la última década es de unos 13 por fallecidos por año). Las reacciones no se hicieron esperar. Boris Johnson puso una gran parte de la culpa en los mismos ciclistas que, según las autoridades, no respetan las normas asumiendo grandes riesgos. Su solución (por ahora) ha sido llenar de policías los cruces considerados importantes. Los agentes (yo he visto hasta 8 en el cruce de Oval) se dedican a poner multas a los ciclistas que se saltan semáforos y dan “consejos” a los que no llevan casco o ropas reflectantes.
Por su parte, las asociaciones de ciclistas se han indignado con las medidas actuales ya que según ellos culpabilizan a las victimas reales en lugar de protegerlos como en otros países con una cultura ciclista más extendida (cuando me dieron coche de empresa en Holanda me dijeron que si atropellaba a un ciclista, independientemente del causante del accidente, la culpa era automáticamente mía a no ser que encontrase hasta 4 testigos diciendo lo contrario). Dichas asociaciones piden fuertes inversiones para crear infraestructuras, sobre todo carriles bici separados de las carreteras. Hace unos días movilizaron a cientos de ciclistas que como forma de protesta se hicieron los muertos sobre el pavimento del centro de Londres, dejando una imagen llamativa y con mucha fuerza.
Mi opinión como usuario es que ambas cosas son necesarias. Hay muchos ciclistas que van como locos y no respetan las reglas básicas, jugándose la vida. Por otra parte, si realmente quieren hacer de Londres una ciudad ciclista tienen que acondicionarla mucho más, algo que se antoja difícil dado el poco margen de maniobra que ofrece el estilo urbano de la capital con sus calles estrechas. Veremos si consiguen solucionarlo de alguna manera.
Las dos mejores anécdotas que me han ocurrido
– Victoria Embankment, un día de verano por la mañana. Un chaval en una bici de paseo se salta un semáforo en rojo. Un Bentley que salía de una bocacalle (semáforo en verde para el) casi lo atropella. Frena bruscamente y le roza con el morro. Dado que el coche estaba prácticamente parado ni siquiera tira al ciclista. El bicicleto es un italiano que, tras desmontar y en un inglés como para repatriarlo, le explica acaloradamente al conductor que “como voy en bici los semáforos dan igual, yo tengo preferencia”. El conductor tenía aspecto de un perfecto caballero inglés digno de hacer de extra en Downton Abbey. Y digo perfecto caballero porque, en lugar de darle dos collejas y luego atropellarlo 9 veces como demandaba la ocasión, sonreía entre divertido e incrédulo. Cuando se cansó de vociferar, el italiano se montó en su bici-especial-que-siempre-tiene-preferencia y se fue, aún indignado y convencido de que tenía razón. El grupo que observábamos la escena no pudimos evitar mirarnos unos a otros y reírnos.
– Justo enfrente del metro de Stockwell hay una doble curva muy cerrada que da a Clapham Road (dirección Elephant&Castle). Un camión articulado de gran tonelaje está tomando la contracurva cuando unos ciclistas se le cuelan por el interior a toda velocidad. El camionero tiene que frenar y se cruzan insultos. Al salir de la curva y ante mi asombro (y el del resto de la gente que pasaba por allí) al camionero se le va la cabeza, pega un volantazo y lanza su monstruo de tropecientas toneladas contra los ciclistas, que aún estaban a su izquierda. No llegó a darles pero juro que se me heló la sangre en las venas.
Unos pocos metros más allá para el camión en el semáforo, aún cruzado en la carretera. La escena que vino a continuación fue de película. Sin siquiera hablar entre ellos, los ciclistas que van llegando rodean completamente al camión, bajándose de las bicis y sentándose en el suelo para que no pueda ir a ningún lado. Una acción de comando perfectamente sincronizada. En apenas un minuto ya hay más de 30 bicis en el suelo mientras uno de los ciclistas llama a la policía.
El camionero sigue en la cabina y se da cuenta de que se ha metido en un lio de aúpa. Sin siquiera atropellarlos, si hubiese rozado a alguno de los ciclistas con las ruedas (más altas que ellos) lo mata seguro. Es un señor de unos cincuenta y muchos, bajito, pelo blanco y con bigote. No da el perfil del típico camionero agresivo. Decide bajarse de la cabina y se va hacia el ciclista con el que había intercambiado insultos. No se le ocurre nada mejor que decirle: “¡Casi me matas!”. El ciclista, mucho más joven, fuerte y alto que él, indignado, le coge del cuello y le grita: “¡casi nos matas tu a nosotros hijo de pvta!”. Otro ciclista les separa y le dice: “no merece la pena, la policía está en camino, está bien jodido”. Ya son como 40 ciclistas los que rodean al aturdido camionero cuando el semáforo se pone en verde por enésima vez y me tengo que ir.
Yo iba en moto justo detrás del camión y luego me puse al lado de la cabina, así que lo vi todo a un metro de distancia. No pude dejar de preguntarme todo el día como el camionero fue capaz de tener semejante cruce de cables y, con seguridad, arruinarse el trabajo durante bastante tiempo.
Le dedico el post a los esforzados de las rutas londinenses como muggsy_dvd, pero en especial a Graciela, cuyas anécdotas ciclistas por las calles de Londres darían para un post el doble de largo que este.
Vaya tela con los robos de bicis y con las anécdotas!!! estoy de acuerdo contigo, se necesito poner ganas y cabeza por ambas partes.
Por cierto, puede que vaya a Londres en próximo noviembre xD Juega mi equipo de la NFL 😉
Pues espero que te animes y si eso quedamos para hablar de viajes, por fin, en persona, vale?
Ya te avisaré 😉
Gracioso y entretenido relato de dos ruedas. Te recomendaría q tus bicis las llevarás a la virgen de los dolores y raptos para q te la bendiciera y dejarán de romperse y robartela. Es un placer.leerte. Saludines
Mejor la Virgen de los Dolares ($$) para que me de pasta para la siguiente…
Espero no tener mas problemas, al menos de robos. Ya nunca la dejo en la calle y siempre pasa la noche en casa.
Gracias Vero!
Un post dedicado, como mola.
Mis anecdotas bicicleteras se centran especialmente en los pinchazos.
En mi primer verano con bici hacia el trayecto de casa al curro desde Canning Town hasta Leicester Sq. Pues bien en un plazo de unos 3-4 meses pinché 5 veces (4 la rueda de atrás y 1 la de alante), mis compañeros de curro se reian ya por costumbre al verme cambiar la rueda al acabar el turno.
Pues bien en mi segundo verano cambié de curro y de casa, y ahora el trayecto era desde Tottenham a Oxford St. No pinché ni una sola vez.
Casualidad? No lo creo…
Haces bien en denunciar una conspiracion en el Este de Londres 🙂
Yo he pinchado una sola vez, te dejo a ti esas cosas 😛
Muy entretenido maestro. Hacer reir es bien dificil en estos tiempos. Abrazos
Llevo 11 años yendo en bici a diario por Londres. Coincido en que Londres no está bien preparada para la bici. Aún así hay que decir que hay que informarse antes de decidirse por las dos ruedas en esta ciudad: TFL edita mapas gratuitos, basados en información aportada por ciclistas, en los que se muestran las rutas recomendadas por éstos, evitando calles con mucho tráfico, buses, camiones, etc, pues una bici no necesita una calle ancha para circular. La mayoría de los barrios londinenses constan de una High Street, donde estan las tiendas, negocios, etc y a partir de aqui, y perpendiculares, están las calles residenciales, con poco tráfico y muy seguras para los ciclistas. Un blog muy divertido y entretenido. Un saludo
Hola Gadi, gracias por una aportacion tan interesante.
Como dices, no he mencionado los mapas para ciclistas de TFL. Y si, las calles mas residenciales son una alternativa a las vias principales. Son mas seguras aunque se tarde un poco mas.
Un saludo
Dos pinchazos mas desde que escribi hace año y medio… Estoy por cambiarle las ruedas y ponerle unas hibridas, no ya por los pinchazos sino por lo duro que es por la ciudad con ruedas de montaña. Lo que no se es si me saldria mas cuenta cambiar de bici.
O pillarme una fixie que se que a enepi le encantan.