El espíritu de Hank. 25 años de la muerte de Gathers

19 de marzo de 1990. Long Beach Arena, California. Segunda ronda del Torneo de la NCAA. Los Lions de la universidad de Loyola Marymount acaban de eliminar a los campeones en ejercicio, los Wolverines de Michigan. Es una sorpresa considerable, un upset en el argot del baloncesto universitario. Loyola partía como cabeza de serie (seed) 11 y Michigan como seed 3. En ese momento es sólo la sexta vez que ocurre en la historia del torneo.

Pero la sorpresa por la victoria de LMU no es nada comparada con el resultado que señala el marcador: 149 a 111. Sin prórroga(s). Un marcador poco menos que imposible para un torneo en el que habitualmente los partidos son a cara de perro y muy igualados (el record anterior databa de 1961 y eran 127 puntos…tras 4 prórrogas). Un marcador poco menos que imposible para un baloncesto de marcadores bajos, riqueza táctica que exprime los ataques al máximo y en el que el reloj de posesión tiene unos infinitos 45 segundos. Un marcador poco menos que imposible que a día de hoy sigue siendo la mayor anotación en un partido tanto de un equipo como conjunta en la historia de la March Madness.

Terry Mills, pívot de Michigan, dijo tras el partido: “They were shooting like they were unconscious. There is no doubt in my mind that they are on a mission”. El entrenador wolverine, Steve Fisher, comentaba algo parecido: “They played like they were on a crusade. They were spectacular”.

Las diversas crónicas y análisis coinciden en que los Lions han jugado “como poseídos”. Al acabar el partido hay abrazos, sonrisas y alegría, pero sobre todo se percibe emoción contenida en sus rostros. Jeff Fryer ha metido 11 triples de 15 intentos, otro record del torneo aún vigente. Bo Kimble ha sumado 37 puntos. Pero la opinión entre los vencedores es unánime: la proeza ha sido gracias a Hank. Hank es el principal responsable. Mirando el acta no aparece ningún Hank, ni entre los jugadores ni en el cuerpo técnico. El Hank al que todos dan el crédito por la victoria es Hank Gathers, estrella y alma del equipo, fallecido apenas 15 días antes en la cancha durante un partido.

Hank Gathers, un portento físico de 2.01 y 95 kilos de peso, nació en Filadelfia en 1967. Amigo de la infancia del futuro NBA Bo Kimble, ambos decidieron buscar una salida del peligroso y deprimente barrio en el crecieron, los Raymond Rosen Projects del norte de la ciudad. Y lo harían juntos y a través de lo que más les gustaba: el baloncesto. En 1985 llevaron a su instituto (Dobbins Technical HS) al título estatal y al acabar los estudios decidieron ir a la misma universidad: Southern California. Tras una temporada decepcionante, los entrenadores de USC Stan Morrison y David Spencer fueron cesados. Tras una sonada disputa con la dirección y con el nuevo entrenador (George Raveling), la universidad decide no renovarles la beca a ninguno de los dos.

Hank Gathers

Les recomiendan entrevistarse con el entrenador de la cercana Loyola Marymount. Éste les pone un video del equipo y les explica su método, que él llama The System. A pesar de que LMU no tiene tradición baloncestística y de que la última temporada no ha sido especialmente buena, Hank y Bo deciden enrolarse al instante. El entrenador, otro nativo de Filadelfia como ellos, es Paul Westhead. Los astros del planeta baloncesto se han alineado como pocas veces y la Historia de la NCAA está lista para uno de sus episodios más recordados.

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Paul Westhead no era un cualquiera. Apenas empezada la temporada 79-80 en la NBA había sustituido a Jack McKinney al frente de los Lakers tras un grave accidente de éste en bicicleta. De la mano de Magic Johnson y Abdul-Jabbar ganarían el título y Westhead pasaría de asistente a la cima de la NBA en apenas unos meses. Sin embargo, la temporada siguiente es un fiasco, cayendo en primera ronda contra los Rockets de Moses Malone. Al empezar la 81-82 Magic se enfrenta al técnico, irónicamente porque piensa que el juego angelino es demasiado “lento y predecible” para que él pueda desarrollar todo su potencial. O él o yo. Westhead es despedido y su asistente, Pat Riley se hace cargo del equipo. El curso siguiente Westhead dirige sin éxito a los Bulls y deja el equipo tras un triste 28-54.

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En 1985 decide volver al baloncesto universitario (ya había entrenado a LaSalle de 1970 a 1979) y firma por Loyola Marymount. Allí decide implementar The System. ¿Cuáles son las ideas básicas? Máxima velocidad cada segundo de juego. Presión continua en toda la cancha. No parar ni un instante para que tu rival no tenga respiro. Ataques de 7 segundos o menos, tienes que tirar más que tu rival. Uso constante del tiro de 3, algo poco habitual en aquella época ya que la línea de 3 era muy reciente (1986). Preparación física exhaustiva para ser capaces de aguantar todo el partido a tope. Los rivales, independientemente de su calidad, acabarán fallando por agotamiento físico y mental tarde o temprano. El objetivo: 20 o más rebotes ofensivos por partido, forzar al menos 25 perdidas rivales y hacer un mínimo de 100 tiros.

Tras el obligado año de descanso que imponen las reglas de la NCAA a los jugadores que cambian de universidad, Gathers y Kimble se unen al equipo en la 87-88. La competición se ve sacudida por un ciclón. Los Lions empiezan dubitativos con un 3-3 para luego encadenar 25 victorias consecutivas. Y las victorias llegan con marcadores estratosféricos. Acaban el año con un balance de 27-3, ganando la liga regular y el torneo de la conferencia West Coast Conference (WCC) sin una sola derrota (17-0). Gathers gana el MOP del torneo de la WCC y promedia 22.5 puntos y 8.7 rebotes por partido. Son invitados al torneo de la NCAA donde, manteniéndose fieles a su estilo, derrotan a Wyoming en otro festival de puntos (119-115) para perder abultadamente contra North Carolina en segunda ronda en un pésimo día en el tiro (30%).”Les ganaríamos 9 de cada 10 veces” dice Gathers al terminar.  Como es de esperar, lideran la NCAA D1 en media de puntos anotados con algo más de 110 por partido, quedándose a un par de décimas del record absoluto de la competición.

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La temporada 88-89 es exitosa pero menos redonda que la anterior. Alcanzan el paroxismo anotador el 31 de enero del 89 al ganar contra US International por 181-150 (otro récord vigente) con nada menos que 41 puntos y 29 rebotes de Gathers. Su balance de 20-10 no les da para ganar la liga regular de la WCC pero se resarcen ganando el torneo. Vuelven a ser invitados a la March Madness donde caen con estrépito ante Arkansas en primera ronda (120-101). Como consuelo esta vez sí han batido el record de media anotadora que tenía UNLV y los dejan en 112.5 ppp. A nivel individual Hank Gathers tiene una temporada de ensueño: WCC Player of the Year, MOP del torneo de la WCC y líder de la competición en puntos y rebotes por partido, algo que en toda la historia sólo él y Xavier McDaniel (1985) han conseguido.

Llega la temporada 89-90. Es el último año de Hank y Bo en el equipo antes de graduarse y deciden que lo van a dar todo. Y vaya si lo hacen. Con The System siendo una segunda naturaleza para ellos y llevándolo al límite, los partidos se vuelven aún más una sucesión de ataques relámpago y carreras sin fin, llegando a meter en un partido 8 puntos en 5 segundos. Acaban la temporada regular con un magnifico balance de 23-5 y la victoria en la liga regular de la WCC. Por el camino dejan el récord de media anotadora en unos increíbles 122.4 puntos por partido, también vigente y con pocos visos de ser batido en un futuro cercano. Kimble es esta vez el que gana el trofeo de máximo anotador de la NCAA (35.3ppp) y el WCC Player of the Year. Plenos de ambición y energía, se preparan para el torneo final de la WCC y para la Locura de Marzo.

Pero en todo este maremágnum de récords, adrenalina y alegrías se ha colado una nube negra.  El 9 de diciembre de 1989, mientras lanza un tiro libre, Gathers sufre un desvanecimiento. Se levanta rápidamente y sigue jugando, pero en las revisiones médicas posteriores le detectan un latido anormal del corazón. Dicha taquicardia puede ser peligrosa y Gathers tiene que medicarse con un beta blocker. Tras diversas pruebas le dan vía libre para volver a jugar, perdiéndose apenas dos partidos. Pero para su desesperación, Hank ve como su nivel de juego desciende bruscamente por el efecto de la medicación. Se encuentra lento, torpe y sin chispa atlética y mental. A principios de enero juega en su Philly natal y delante de su familia y amigos hace el peor partido de su vida, anotando 11 puntos. Gathers está mucho más asustado por ver peligrar su futuro en la NBA que por ninguna otra cosa. La obsesión que tiene con sacar a su familia de los projects pesa mucho en este aspecto. Se reúne con Westhead y los doctores y les pide que le reduzcan la dosis de Inderal. Su juego de siempre vuelve y en febrero le mete 44 puntos a St Mary’s.

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Y así llegamos al fatídico 4 de marzo de 1990. En la segunda ronda del torneo de la WCC los Lions se enfrentan a los Pilots de la Universidad de Portland. Antes de empezar el partido Gathers está haciendo sprints en las pistas de atletismo aledañas. Con ello intenta reducir al mínimo el efecto de la medicación y estar a tope para cuando empiece el partido. Mediada la primera parte Gathers machaca con fuerza un alley-oop que le han lanzado desde media cancha. Su jugada favorita. Al bajar a defender se desploma sobre el parqué. Aturdido, se sienta con la intención de levantarse de nuevo pero el médico del equipo le dice que se quede tumbado. Gathers se tumba entre protestas (“But I don’t wanna lay down”) y segundos después se queda inmóvil. Rodeadas del silencio sepulcral del pabellón, su madre Lucille y su tía se acercan al corro en el que Gathers recibe masaje cardiovascular que no da resultado. Lo retiran en una camilla y tarda apenas unos pocos minutos en llegar al hospital, pero no hay nada que hacer. Hank Gathers ha fallecido de una parada cardiaca. Eric Spoelstra, actual entrenador de Miami Heat y base de aquellos Pilots, estaba a un metro de donde cayó Hank Gathers y siempre ha dicho que fue algo que le marcó profundamente. Aviso, las imágenes son duras.

La WCC decide suspender el torneo y, como campeones de la temporada regular, Loyola Marymount es invitada al Gran Baile. Los jugadores, en estado de shock, no saben si jugar. Westhead les da a ellos la opción de decidir. Poco después del funeral Kimble dice en rueda de prensa “Jugaremos. Lo haremos por Hank”. En un campeonato tan polarizado como la NCAA en la que los seguidores sólo se preocupan de su alma mater, los Lions se convierten en el segundo equipo de todo el mundo. América les pone en el punto de mira: entrevistas, artículos, miles de mensajes de ánimo…hasta Kimble y Fryer van al “Show de Arsenio Hall” a tirar unos triples.

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Westhead admite que no sabe lo que va a pasar y si van a ser capaces de canalizar la ansiedad y la energía infinita que están recibiendo. ¿Les sobrepasará una situación tan atípica y compleja? No lo hace. Con el número 44 de Hank cosido en las camisetas y escrito en las zapatillas, salen a por todas contra New Mexico State (seed 6) y los barren (111-92). El momento más emotivo del partido es cuando Kimble, diestro, decide lanzar el primer tiro libre del partido con la zurda como homenaje a Hank. Gathers era un pésimo lanzador desde la línea y, frustrado con su falta de mejora, había decidido lanzarlos con la izquierda en la presente temporada, siendo diestro el también. El tiro entró y el público lo celebró como si hubiesen ganado el torneo. El gesto de Kimble fue el único momento en el que los Lions se permitieron un instante de distracción emotiva. El resto del tiempo sólo importaba el baloncesto, concentración e intensidad a tope. Había que hacerlo por Hank. Que pase el siguiente.

Tras el partido de Michigan de segunda ronda con el que empezaba el artículo, se desata la locura. Ya no es casualidad. No ha sido flor de un día. LMU va a intentar de verdad ganar la NCAA contra todo pronóstico para honrar al amigo/líder/hermano caído. El partido de tercera ronda, el Sweet Sixteen,  es una prueba más de que están tocados por los dioses. La Alabama de Robert Horry, seed 7 y que acaba de destrozar a Arizona, se da cuenta de que tienen que ralentizar el partido si quieren ganar. Y lo consiguen apurando en cada ataque los 45 segundos hasta el límite, metiendo luego un balón dentro buscando la falta. Los Lions, privados de su credo, aceptan el envite que supone un partido defensivo y espeso. Llegan al descanso con tan solo 22 puntos pero no se desesperan. Su fe y tenacidad les llevan a una victoria in extremis por 62-60. No solo saben correr, también saben apretar los dientes y sufrir.

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Pero hasta del más bonito e intenso de los sueños hay que despertar alguna vez, y de eso se encargarían los jugadores de la Universidad de Nevada Las Vegas. Los Running Rebels, un equipo aún más atlético que LMU y que también gusta de correr, deciden jugarles con sus mismas armas. Tras un frenesí de canastas e intensidad, los Larry Johnson, Stacey Augmon y compañía se imponen por un contundente 131-101. Los Lions se han vaciado y no ha podido ser. Y al que lo da todo no se le puede pedir más. En palabras del mismo Westhead, “you only get so much magic”. UNLV gana el torneo con insultante facilidad ante Duke (103-73) y LMU vuelve a California con la admiración, el respeto y el cariño de todo un país que ha seguido su gesta con el corazón encogido y los puños apretados.

Una vez que los focos se apagan, las cámaras se van a otra parte y la magia se desvanece, el epílogo de esta historia es más bien amargo.

Bo Kimble fue elegido en el número 8 del draft por los Clippers y la maldición de éstos se lo llevó por delante. Acosado por las lesiones, apenas duró 3 años más bien marginales en la NBA antes de perderse en los sumideros de la CBA. Siguió tirando el primer tiro libre de cada partido oficial que jugó con la izquierda. Quizás tan doloroso como el fracaso de su carrera como jugador, fueron las acusaciones por parte del entorno de Gathers de haberse apropiado del legado de Hank y explotarlo en beneficio propio. Kimble aparecía en prensa y televisión constantemente  hablando de su dolor por la pérdida del amigo y de lo cercanos que eran, cautivando a los espectadores. Nadie se acordaba de la madre o de los hermanos. El que contratase reputados asesores de imagen para ayudarle con la prensa en el tema de Hank o el que sacase un libro por su cuenta (For You, Hank: The Story of Hank Gathers and Bo Kimble) tampoco ayudó. La familia de Gathers dejó  de hablarle e incluso Lucille prohibió que el instituto les retirase los números en la misma ceremonia. Tuvo que hacerse por separado.

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Paul Westhead aprovechó una oferta de los Denver Nuggets para  volver a la NBA. Westhead pensaba que los pros podían llevar The System a un escalón superior y decide implementarlo. En el primer partido de la temporada Golden State les mete 162. Unos días más tarde San Antonio llega hasta 161. Pero lo peor está por llegar. El 10 de noviembre de 1990 en Phoenix los espectadores asisten atónitos a cómo su equipo mete 107 puntos ¡¡¡al descanso!!! para finalizar con 173, por 143 de Denver. Otros dos récords (más puntos al descanso y mayor anotación conjunta sin prórrogas) que mantienen su vigencia. Pierden los 7 primeros partidos y luego se ponen con 1-11. La temporada no termina mucho mejor (20-62). Denver ha anotado más que ningún otro equipo en la liga (119ppp) pero a cambio de recibir la escandalosa cifra de 131, otro registro que persiste en los libros. La NBA contempla a los Nuggets como a un circo, el hazmerreír de la liga. En su segunda temporada Westhead decide ponerle coto a la locura ofensiva. Los registros de puntos anotados y recibidos bajan considerablemente, pero el número de victorias se mantiene casi inmutable (24-58) y es despedido. La universidad de George Mason le da una nueva oportunidad pero los resultados son muy pobres: 4 temporadas y un balance de 38-70.

La NBA sólo le volvería a dar una oportunidad a Paul Westhead como asistente (Orlando 2003-05, Seattle 2007-08). La búsqueda de un lugar en el que seguir intentando triunfar con su estilo le lleva a destinos tan dispares como la renacida ABA y Japón. Pero el destino le tenía una sonrisa guardada donde menos lo esperaba: las Phoenix Mercury de la WNBA lo contratan en 2005 y a la siguiente temporada y con The System ganan el campeonato, convirtiéndose en el único entrenador hasta la fecha en ganar la NBA y la WNBA. Desde 2009 dirige al equipo femenino de la Universidad de Oregon.

Lucille Gathers decidió contratar al famoso abogado Bruce Fagel e interponer una demanda contra LMU, Paul Westhead y su cuerpo técnico así como los médicos que trataron a Hank, por la desorbitada cifra de 32.5 millones de dólares. La querella se hizo pública el 9 de marzo, apenas 5 días después de su muerte, algo que paró en seco el aluvión de donaciones que estaba recibiendo la familia y le granjeó mala opinión pública. Westhead, que fue acusado de instigar a Hank a que bajase la dosis y que jugase a toda costa, contraatacó con una demanda por difamación. Surgió la posibilidad de hacer una película sobre la vida de Gathers, pero Kimble no aceptó las condiciones de los abogados de los Gathers, lo que acabó por dinamitar la relación entre ellos. La película, titulada “Final Shot: The Hank Gathers Story” se acabó haciendo un año más tarde, pero bajo diferentes condiciones. Para colmo, durante las investigaciones surgieron indicios de pagos en metálico a Hank, algo terminantemente prohibido por la NCAA. Finalmente los Gathers acabarían recibiendo algo más de 2 millones de dólares por su demanda.

Marva, la madre del hijo de Gathers, Aaron, coreografió una escena de llantos y lamentos durante el entierro a pesar de que todo el mundo sabía que apenas se trataban. Poco después contrató a un abogado y presentó su propia demanda aludiendo que Aaron, y no la familia de Hank, debía ser el destinatario de futuros pagos, ayudas y donaciones. Además vendía camisetas por las calles de Philly con el dorsal 44 y las palabras “Doing it for Hank”. Finalmente la convencieron de unir su querella con la ya abierta y se llevó una parte del pastel.

Sus compañeros recuerdan a Hank Gathers como la persona con más energía que han conocido y siempre de contagioso buen humor. Adoraban sus imitaciones y su querencia por la stand up comedy improvisada. Estaba convencido de que iba a triunfar en la NBA, pero por si acaso tenía un plan B: ser comentarista deportivo. Para ello se había graduado en comunicación audiovisual en la universidad. Todo por sacar a su familia de su barrio natal y darles una vida mejor. En España pudimos ver su muerte en una brevísima reseña en el Telediario sin ningún tipo de información contextual. Yo tenía 17 años y jugaba a todas horas a baloncesto, con lo que me impresionó profundamente. En el 20 aniversario de su muerte Kimble publicó otro libro (Heart of a Lion: The Life, Death and Legacy of Hank Gathers). La cadena ESPN dedicó uno de sus documentales 30 for 30 a Paul Westhead: The Guru of Go. La mayor parte del metraje la dedican a su paso por LMU.

Este artículo fue publicado en el número 9 de la revista Cuadernos de Basket.

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6 comentarios en “El espíritu de Hank. 25 años de la muerte de Gathers

  1. Recuerdo ver la muerte de Hank Gathers en esa reseña televisiva que mencionas y lo impresionado que me dejó. Había oído hablar mucho de él como futura gran estrella de la NBA, fue una verdadera lástima. Sin embargo, desconocía toda la basura que rodeó a su fallecimiento, con todos sus allegados intentando sacar el mayor beneficio posible. Creo que tan gran jugador no se merecía algo así.

    Enhorabuena por el artículo, me parece excelente.

    • Sorprendido y estupefacto me ha dejado el que te hayas animado a leerlo. Espero que no te deje secuelas y te empieces a interesar porl el baloncesto 😛

      Sinceramente, la pelicula tiene pinta de ser mediocre. Te aconsejo que veas el documental de la ESPN que he puesto al final del articulo. Es magnifico

  2. Llegué a conocer esta historia por el documental que hizo ESPN sobre ella. Yo aún no había nacido para cuando ocurrieron los hechos; de hecho nací en 1992; pero a ver por segunda ocasión el documental me pregunto y creo que todos se preguntan lo mismo. ¿Que habría sido de Hank si es que llegaba a jugar en la NBA? Creo que hubiera sido un jugador que sin lugar a dudas hubiera cambiado la historia de la liga y eso no me cabe duda que el juego sería muy diferente a lo que es ahora.
    Lástima que los sucesos que pasaron después hayan manchado la relación entre todos los integrantes del grupo de jugadores que estuvieron presentes en el equipo
    Excelente el artículo y recomiendo bastante ver el documental porque es excelente

    • Hola Christopher

      Gracias por pasarte por aqui y por tus palabras sobre el articulo, me alegro de que te haya gustado.

      Yo discrepo un poco sobre su posible impacto en la NBA, aunque claro, nunca se sabe. Hank hacia grandes numeros y triunfaba en un entorno muy especifico y con un sistema concreto, que no se si era exportable. Mira lo que le paso a su compi de equipo Bo Kimble, que fracaso estrepitosamente. Pero es un what if muy interesante. Yo el que creo que si que podia haber cambiado el rumbo de la liga fue otro ilustre fallecido, Len Bias, porque podia haber mantenido a los Celtics como mejor equipo de la liga un par o tres de anhos mas.

      Un saludo!!

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